De Haro: "El radicalismo de Podemos es insostenible para obtener el apoyo de Europa"

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Una vez más se confirma que la vida política española hace tiempo que puso en marcha una tipo de lenguaje, un discurso de competición extrema, de descalificación que tiene vida propia, que funciona a pesar de que la realidad va por otro lado. El Gobierno sabe bien que en este momento necesita centrarse, alejarse de los postulados que pactó con Podemos, porque esos postulados son inaplicables en este momento, porque el radicalismo de Podemos es insostenible para obtener el apoyo de Europa, porque Podemos y, sobre todo Igleisas, está cada vez más manchado por el caso Dina, el caso de su asesora y del movil que supuestamente le robó Vilaljero, un caso por el que Iglesias puede acabar en el Supremo y el que es cada vez más evidentes que los morados mintieron y utilizaron información de la fiscalía.

El Gobierno, de hecho, en le terreno práctico ya ha empezado a moderarse: la semana pasada en el documento de conclusiones de la Comisión de Recosntrucción renunció a la derogación de la reforma laboral, renunció al impuesto de las grandes fortunas.

El Gobierno sabe que España se enfrenta a una caída sin precedentes de su economía, que el Banco de España estima en el peor de los escenarios en un desplome del 15 por ciento. El Gobierno sabe que en primer momento podrá disponer de los 130.000 o 140.000 millones de euros de los 750.000 millones del fondo de reconstrucción Europea sin que exijan ajustes a a cambio. Pero que el dinero va estar acompañado de exigencias de modernización de la economía española, y que habrá que empezar no quizás en 2021, pero si en 2022 a reducir el déficit público.

Lo sabe, sabe que necesita acuerdos muy amplios y que para eso no sirve ERC, que para eso sirve Ciudadanos y el PP. De hecho el Gobierno buscó la semana pasada el acuerdo, a través de Illa, con Ana Pastor para la convalidación del decreto de nueva normailidad. El Gobierno sabe que para tener el visto bueno de Europa, para acercarse al PP, no puede hablar de una unidad que consista en refrendar lo que diga el Gobierno, es necesario encontrar un punto interrmedio.

Y, sin embargo, sigue con el lengua del conflicto absoluto. Esta mañana Marlaska ha presentado la campaña de tráfico. Ha pedido un apoyo transversal y, en concreto, un apoyo al Gobierno en materia presupuestaria. Si es acuerdo no es apoyo, es negociación.

Sánchez se ha pasado el fin de semana acusando al PP de haberle quedido derrocar.

Y luego está el PP, que en todos sitios cuecen habas. La semana pasada pactó con el Gobierno, está ofreciendo pactos, pero como esta en campaña en el País Vasco, se tiene que dar por ofendido.

Casado sabe que tiene que olvidarse de una legislatura corta, sabe que en vez de arrimar el hombre se dedica, fundamentalmente, a buscar una legislatura corta por la crisis va a ser penalizado. Se lo han hecho ver los empresarios.

Doble lennjuaje, siempre el conflicto sin cuartel

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