Faltan seis horas para que comience, de verdad, la campaña electoral, una campaña con más del 30 por ciento de indecisos. Una campaña que ha estado suspendida, como es lógico por la Semana Santa, una campaña que tiene en el centro el debate de hoy y el de mañana. Unos debates que Sánchez no ha querido. Sánchez solo debate esta noche porque en el seno de TVE hubo una revuelta contra su voluntad de utilizarla para reventar cualquier debate. Sánchez llega al debate arrastrado, ¡Qué remedio¡, dijo el viernes santo.
A estas horas los asesores de Sánchez trabajan, sobre todo, para que no le pase lo que le ocurrió a Rick Perry en las primarias republicanas de 2012 en Estados Unidos. El entonces gobernador de Texas llegó a los debates siendo favorito, pero se evaporó en riguroso directo: primero acusó de “no tener corazón” a los votantes —¡de su partido!— y después se olvidó del nombre una agencia gubernamental que quería disolver.
Estos debates se sale no a ganarlos sino a no perderlos, el formato a cuatro, es el mismo que el de unas primarias estadounidenses. Con una encuesta que valen lo que valen, Pedro Sánchez es el favorito pero no le basta con Podemos, necesita a los independentista y PP y Ciudadanos con Vox no suman. Casado y Rivera van a intentar atraerse a los indecisos, pero no le sirven los indecisos que lo están entre las opciones del bloque de derecha.
El domingo sabremos si Casado y Rivera han ganado si son capaces de sacar a votantes de la abstención y si son capaces de atraer a los que están pensado votar al PSOE. Lo tienen díficil para dar un vuelco. Un estudio hecho en los debates celebrados en Estados Unidos, que es el país rey de los debates, refleja que los debates cambian solo un 2 por ciento de voto.
Quien más gana es quien no gobierna. Con Vox dividiendo el voto de la derecha Casado y Rivera necesitan sumar más del 2 por ciento, y necesitan, sobre todo, votar de la izquierda. El jefe de campaña de Casado, Maroto, ha explicado que Casado se va centrar en la buena gestión económica del PP. Parece que apuesta por el discurso positivo. El ministro de Cultura ha pedido que no ataquen a Sánchez.
Si por atacar al presidente el ministro de Cultura entiende preguntarle por qué se reunión con Torra, por qué estaba dispuesto a darle un relator, por qué gasta sin tener ingresos garantizados, me parece que el ministro de Cultura va a quedar defraudo. Esperemos. Debate es debate.