"Lo de los aranceles es un órdago difícil de entender que, al final, no solo afecta a Estados Unidos, sino a todos los demás"

La directora de 'La Tarde' analiza las políticas económicas llevadas a cabo por Trump desde que asumió la presidencia de Estados Unidos

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Como si el mundo no tuviera suficientes problemas hoy se vuelve a dar una vuelta de tuerca a base de aranceles. Donald Trump ha abierto una comercial directa con México, Canadá y China y probablemente le toque también en breve su ración a la Unión Europea. 

Estamos en un mundo globalizado, con todo interconectado. Cualquier cosa que pase en China, en Japón o en el canal de Suez, por ejemplo, puede acabar afectando al precio que pagamos por cualquier producto que tengamos en casa.

Una guerra comercial a nivel global tiene pocos ganadores y muchos perdedores. Los consumidores, sobre todo.

Trump va a poner patas arribar el tablero de juego con la idea de recolocar las piezas en el complicado tablero del comercio mundial. Seguramente, lo que busca es que la economía estadounidense sea menos dependiente de terceros países y, a la vez, que terceros países sean más dependientes de Estados Unidos. Directamente está imponiendo sus reglas y aplicando la ley del más fuerte. Ahora bien, ¿es suficientemente fuerte la economía estadounidense para aguantar este órdago?

La propia administración Trump entiende que las decisiones que ha tomado pueden “causar dolor” a su ciudadanos. Te voy a poner un ejemplo. Un gigante como la General Motors tiene casi la mitad de su producción entre Canadá y México.

Esos coches serán ahora más caros, para los mejicanos, para los canandienses, pero también para los estadounidenses. Lo mismo pasa con las piezas con las que se fabrican esos coches. Pueden venir de diferentes partes del mundo, y si pones aranceles lo que haces es subir el precio de producción y de venta. En realidad, estás tirando piedras al tejado de otros países, pero al tuyo también.

Por no hablar de que si suben los precios, la Reserva Federal se verá obligada a subir los tipos para contener la inflación y eso no beneficia al consumo. Más allá, si suben los tipos en Estados Unidos, probablemente lo hagan después en Europa y con eso se podrían encarecer créditos e hipotecas y así es como la rueda nos puede acabar salpicando al ciudadano de a pie.

Probablemente, lo que piensa la administración Trump es que a la larga podrán renegociar el estatus quo comercial para que Estados Unidos tenga un papel dominante.

Te pongo otro ejemplo, si pones aranceles a Europa y se empieza a resentir la economía de la Unión, lo normal es que todos acaben por sentarse a renegociar las condiciones para aliviar la situación y ahí es donde Trump puede sacar a relucir de todo: desde intentar ampliar el comercio de armamento o si le viene bien, abordar el futuro de Groenlandia.

Está muy claro que la economía puede ser un arma de persuasión muy poderosa y eso un hombre de negocios como Trump, lo sabe perfectamente. Incluso a veces da la sensación de que gobierna su país como si fuera una de sus empresas.

Lo malo es que en una economía global, las consecuencias de una decisión como esta de los aranceles no son particulares, son para todos. Es un órdago difícil de entender que al final no solo afecta a Estados Unidos, sino a todos los demás.