Pilar García Muñiz, desde la zona cero, a una semana de la DANA: "Que no haya demoras para que todos los afectados puedan reconstruir pronto sus casas y al mismo tiempo, sus vidas"

La directora de 'La Tarde' analiza desde los municipios más afectados por la DANA cuál es la situación actual a una semana de la tragedia

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Se cumple una semana del peor desastre natural del último siglo en nuestro país. Hoy, como ayer, estamos haciendo este programa desde el epicentro de la DANA en España. Durante los últimos 4 días, hemos recorrido y seguimos recorriendo las zonas más golpeadas de Valencia. Paiporta, Alfafar, Catarroja, Chiva, Benetusser, Massanasa… 

Una semana después de que la riada se llevase por delante estos pueblos, la fotografía sigue siendo la de un país en guerra. Boquetes gigantescos en casas que dejan al descubierto sus cimientos, árboles arrancados de cuajo, coches amontonados, garajes y bajos inundados en los que aún siguen buscando a desaparecidos, calles intransitables en muchos puntos por los muebles, colchones y ropa completamente inservible que la gente ha sacado de sus casas.

Es verdad que ya ha llegado la maquinaría pesada, es verdad también que desde este fin de semana los militares trabajan a destajo para volver cuanto antes a la normalidad. Pero la foto sigue siendo desoladora.

Aquí, en la zona cero de la DANA hay dos grandes problemas. Por un lado, están los desaparecidos, sigue sin haber una cifra oficial, no sabemos cuánta gente falta. Solo se pueden hacer estimaciones si preguntas por los pueblos. En Benetusser, por ejemplo, tienen habilitado un centro de atención para vecinos que no consiguen localizar a algún familiar, y eso que ha pasado una semana.

La realidad es que siguen recibiendo llamadas y nos cuentan que podría haber entre 12 y 14 vecinos desaparecidos. Ese es el verdadero drama, el de las pérdidas humanas. Los 218 muertos por la riada y el número de desaparecidos que aún no lo conocemos de forma oficial.

Pero a esto hay que sumarle el drama material, el de la gente que lo ha perdido absolutamente todo. Como José, él es vecino de esta zona, vive entre Alfafar y Catarroja. Me lo encontré en una silla sentado, esperando a recibir unos zapatos donados. Acababa de jubilarse y tenía 30.000 euros ahorrados, los invirtió en la reforma de su casa hace solo unas semanas. Tras la terrible noche del martes de la semana pasada, se ha quedado sin nada.

      
             
      

Es imposible no llorar con él, nos encoge a todos.

La última hora es el plan de ayudas del Gobierno que hemos conocido hoy. Pedro Sánchez ha declarado zona catastrófica todos estos pueblos en los que ahora estamos y también ha anunciado 10.600 millones de euros en ayudas para los afectados por la DANA. Ha prometido entre 20.000 y 60.000 euros para la reparación de cada vivienda, indemnizaciones por la pérdida de coches, y ayudas directas a empresarios y autónomos.

Ahora la gran pregunta es cuándo van a llegar esas ayudas. Solo hay que pensar en el volcán de la Palma. Decenas de familias, como las del Valle de Aridane, siguen viviendo en condiciones muy complicadas, durmiendo en los conocidos como contenedores habitacionales y muchos afectados aún reclaman 100 millones de euros en ayudas tres años después de la erupción.

      
             
      

Por eso la pregunta hoy desde la zona cero de la DANA es, ¿cuánto vamos a tardar en reconstruir esto?, ¿cuánto va a tener que esperar esta gente para vivir en condiciones dignas? Es verdad que algunas calles recuperan poco a poco su aspecto normal, que ya no hay tantos coches amontonados, pero, ¿qué pasa en el interior de esas casas? La gran mayoría están completamente vacías, no se puede vivir en ellas.

Teniendo en cuenta que se tardó más de 3 días en dar una respuesta coordinada, más de 3 días sin que el Ejército pisara el barrizal de estos pueblos por falta de acuerdo entre administraciones, no me quiero imaginar cuánto tardarán en llegar esas ayudas. Espero que en esto no haya demoras para que todos los afectados, todos los vecinos, como José, puedan reconstruir pronto sus casas y al mismo tiempo, sus vidas.