"La estrategia de Moncloa no ha conseguido despeinar al juez Peinado y cada resolución del TSJM es un palo"

A estas alturas ya nadie niega que hay guerra judicial abierta en la que Moncloa trata de desactivar la investigación del juez Peinado sobre Begoña Gómez. Esa estrategia se ha sustentado en tres querellas contra el juez, una de un particular, otra del propio Pedro Sánchez, que presentó la Abogacía del Estado, y una tercera de Begoña Gómez por una presunta prevaricación del magistrado al tratar su caso. 

Dos de ellas fueron ya inadmitidas y hoy el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha rechazado la tercera, la de la propia esposa del presidente del Gobierno. Es decir, tres de tres. La estrategia de Moncloa no ha conseguido despeinar al juez Peinado y lo que puede ser peor para el matrimonio Sánchez-Gómez, cada resolución del Tribunal madrileño es un palo para los argumentos judiciales de la pareja, es como un boomerang.

La semana pasada, cuando inadmitieron la querella de Pedro Sánchez, el palo se lo llevó la Abogacía del Estado y los magistrados llegaron a calificar sus argumentos como extravagantes. Hoy el auto desestima una presunta revelación de secretos por parte del juez y también que prevaricara con sus resoluciones. Creen que Peinado no se ha apartado de la interpretación lógica del ordenamiento al tratar el caso de Begoña Gómez.

Vamos a recordar que estamos en una fase de instrucción, es decir, en una investigación. Luego veremos qué pasa si todo llega a juicio y cómo acaba, pero lo que estamos viendo por ahora es que la artillería jurídica de Moncloa tiene la pólvora mojada. El caso Begoña está poniendo de los nervios al Partido Socialista, y esto ocurre mientras en la dirección del PSOE se contiene el aliento por el caso Koldo.

Hoy mismo, en otra resolución judicial, la Audiencia Nacional ha pedido la imputación del exministro y exsecretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, por su papel principal en esta presunta trama de corrupción. En el PSOE pueden estar viendo este caso Koldo como el que ve una película de terror. Estás siempre esperando a que te den un susto, pero no sabes cuándo ese susto te va a llegar.

Pues si el caso Koldo fuera una película, ahora estaríamos en la típica escena en la que suenan pasos sobre la madera de un pasillo vacío, se mueve la cortina con la ventana cerrada y aparece una sombra por debajo de la puerta. Aquí puede pasar algo. Lo malo es que a estas alturas de la película ya no vale cerrar los ojos y esperar a que todo pase.