El cambio radical de Antía: de tener una vida "normal" como enfermera a desafiar todos los estereotipos
Una enfermera y una psicóloga cuentan a Pilar Cisneros en el programa de La Tarde cómo es su día a día en el trabajo conviviendo con este trastorno
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Una de cada cien personas en el mundo son autistas, una realidad que abarca un reto desafiante para la familia y el propio paciente. ¿Pero qué implica realmente vivir con un trastorno del espectro autista (TEA) en un mundo que a menudo malinterpreta esta condición?
Las dificultades sociales y laborales que enfrentan estas personas debido a la falta de comprensión y aceptación son palpables. Según estudios europeos, casi la mitad de los niños con TEA sufren acoso escolar, y más del 70% de los adultos están desempleados. La falta de conciencia sobre el autismo conduce a la discriminación y la exclusión en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, para ofrecer una perspectiva más optimista, el programa de La Tarde ha podido hablar con dos mujeres que han desafiado todos los esteriotipos sociales.
La historia de Antía, enfermera autista
El viaje personal de Antía, de 37 años, ilustra la importancia del autodescubrimiento y la aceptación. Cuenta a Pilar Cisneros que, a pesar de sentirse "rara" durante toda su vida, fue solo hace un año que supo que era autista. Su pasión por la enfermería la llevó a encontrar su lugar en el mundo y ahora se dedica a promover la conciencia sobre su trastorno en el entorno laboral: “Cuando iba a acceder a la Universidad, uno de mis tíos falleció de cáncer. Ahí vi la atención que le ofrecían las enfermeras de cuidados paliativos y yo quería hacer algo similar por el resto de las personas, siempre que estuviera en mi mano”.
Las señales comenzaron a notarse en en el colegio. De hecho, los profesores trasladaron a sus padres su preocupación, alegando que “la niña tiene algo”, pero no sabían el qué. “Cuando yo era pequeña no se concebía el autismo en niñas, así que se dejó pasar y llegaron a la conclusión de que era rara o especial”, explica esta profesional de la salud. Todo cambió cuando nació su primo pequeño, también con autismo, que ahora tiene 6 años: “Cuando pasé un fin de semana con él y vi lo bonito que podía ser el autismo, aunque también doloroso para los padres, y cómo se desarrollaba a pesar de ser un niño que no habla, quise leer mucho e informarme sobre el autismo. Entonces me saltaron las alarmas. Y con el proceso de diagnóstico, se confirmaron mis sospechas”. Ahora, se entiende mejor a sí misma y procura hablar siempre que puede del autismo en el centro donde trabaja.
Marisol: "Una persona con autismo puede ser psicóloga"
La historia de Marisol destaca la capacidad de las personas autistas para alcanzar sus metas profesionales. Diagnosticada desde temprana edad, se convirtió en psicóloga con el objetivo de ayudar a otros a superar sus desafíos personales.
Su experiencia demuestra que el autismo no limita el potencial profesional y que, en su caso, la única barrera real fue la autopercepción. “Lo supe con 18 años. Saberlo me daba una explicación a un montón de preguntas que me hacía a lo largo de mi vida o a cosas que no entendía, como por qué me gustaba separar el tomate de la lechuga en una ensalada o por qué era más lenta a la hora de aprender”, relata. Además, agrega que “una persona autista puede perfectamente ser psicóloga”
Además, ambas han querido contrastar la diversidad del espectro con los estereotipos televisivos. Mientras que personajes como el Dr. Shaun de la serie The Good Doctor pueden ofrecer una "visión limitada del autismo", resaltan que es importante reconocer que existen muchas realidades dentro del espectro autista, cada una con sus propias características y desafíos.