Colas de hasta 1.800 personas para alquilar un piso en Berlín
Hasta 200 personas han hecho cola este lunes para un piso de 70 metros cuadrados a un precio de 1.500 euros al mes
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A cero grados y llovizneando, una cola de unas 200 personas esperaba esta mañana para visitar una vivienda en alquiler del distrito de Miete-Tiergarten de Berlín. La escasa oferta, para la demanda que no cesa, ocasiona estas visitas masivas de aspirantes a inquilinos entre los que más tarde el propietario selecciona al afortunado. En este caso se trataba de un piso de 70 metros cuadrados que se alquila solamente durante un mes por 1.500 euros, todavía precio libre. A partir de enero entra en vigor una nueva normativa del Senado de Berlín, el gobierno regional de la ciudad-estado, que limita el precio del alquiler a 9,8 euros el metro cuadrado.
Los pisos que se ajustan de antemano a esa nueva norma, a la espera de que sea revisada por el Tribunal Constitucional alemán, ocasionan colas mucho más largas. La semana pasada cerca de 1.800 aspirantes visitaron en un solo día una vivienda de 56 metros cuadrados en el barrio de Schöneberg por 550 euros al mes. Fueron pasando de treinta en treinta en turnos de diez minutos. La casa fue finalmente alquilada a un ejecutivo de Hamburgo que cobra 6.000 euros al mes y puede permitirse una segunda vivienda en Berlín para los fines de semana.
“Naturalmente que siguen subiendo los precios, aunque hayan puesto ese freno, no funciona en absoluto”, decía a primera hora una empleada de centro comercial que había pedido un día libre para poder visitar el piso de sus anhelos, “es muy caro, pero si no vivo en esta zona tengo que perder cada día tres o cuatro horas yendo y volviendo del trabajo, así que es imposible ver a mis hijos. ¡Por supuesto, quien necesite una vivienda urgente cae en manos de las mafias”, lamentaba otra mujer que esperaba su turno, quejándose de que la normativa de límite al precio del alquiler está disparando el mercado negro.
“Muchos propietarios no sacan si vivienda en alquiler porque no saben ya lo que va a pasar con los precios. Ahora ponen este precio y después pueden poner otro. Y también se está dando mucho que quien tiene alquilado un piso lo realquila, sacándose un sobreprecio y además haciendo un favor, porque hay gente que necesita una casa, independientemente de los precios, y esas casas ya no salen al mercado, circulan entre amigos”, explica otra persona en la cola que desea permanecer en el anonimato.
Otro de pisos han estado utilizando en los últimos años para elevar los precios han sido las reformas y modernizaciones para que los pisos sean más respetuosos con la protección del clima, en cuya financiación implicaban a los inquilinos. “Vivo en esta casa desde hace 20 años, desde que me jubilé. Busqué un piso pequeño porque la pensión no daba para mucho y ahora, con tal de echarme de aquí, hacen lo que sea”, se queja Johana, de 85 años. “Mire estas paredes, están llenas de humedades, me enfermo cada invierno, pero cuando pido que arreglen esto me exigen que pague una parte y yo no tengo dinero. También me sugieren amablemente que me busque una vivienda más saneada, pero yo no quiero dejar mi casa”, relata la anciana.
“Comparando el alquiler viejo con el nuevo, después de la modernización, supone un aumento de entre el 60% y el 80% del precio y eso la gente no puede financiarlo, no se lo puede permitir", dice Ulrich Ropertz, de la Federación de Inquilinos, que se queja de que los propietarios “se aprovechan de que todo el mundo quiere venir a vivir a Berlín, del auge de la inmigración y el turismo”.
Los 1,45 millones de viviendas alquiladas, según el informe Inmobilienmarkt Berlin 2019, no satisfacen una demanda creciente y en el mercado de compraventa está también saturada la demanda. En tiempos de bajos tipos de interés e incertidumbre de las inversiones, una vivienda en Berlín es más valorada incluso que un bono del Estado alemán. La administración local está desbordada su errática política de vivienda, al menos por ahora, no hace más que aumentar el problema. La reciente recompra de unas 6.000 viviendas sociales anteriores, privatizadas en 2004 por 409 millones de euros, ha costado ahora a Berlín poco menos de mil millones de euros.