Detectan tristeza en los ancianos de una residencia de Orense y lo que les proponen para animarles cambia la ciudad

Gloria y Mari Carmen son las dos responsables del proyecto, y tal y como contaban en 'La Tarde', ha revitalizado mucho la ciudad y a sus ancianos

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Ana Rumí

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Seamos francos, hacer mayor cuesta, y mucho. Y no porque eso sea una mala noticia, ya que lo único que certifica es que hemos aprovechado nuestra vida, sino que verte un deterioro físico, y en muchas ocasiones cognitivo, es muy duro. 

Conforme vas creciendo y alcanzas, poquito a poco, la senectud, puede abordarte la tristeza y la nostalgia, porque te das cuenta que no eres el mismo de antes y que, irremediablemente, no lo vas a ser. Ni tienes la misma energía, ni la misma motivación, ni la vida te sonríe igual.

Es muy común, de hecho, que en aquellos ancianos que viven solos o en una residencia, se presente un estado de ánimo bajo que requiera de ayuda psicológica. La tristeza, e incluso la depresión, pueden llegar a ser constantes la vida de nuestros ancianos.

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Por eso mismo, es importantísimo cuidarlos y estar a su lado en los momentos donde la soledad acusa más. Y eso es, precisamente, lo que han hecho en Ourense.

En un centro de día, detectaron cómo los ancianos sentían el peso de la soledad y la tristeza, y decidieron hacer algo por remediarlo.

Un proyecto que cambia la ciudad

Esta maravilla ha ocurrido en A Rúa de Valdeorras, en Orense, y los protagonistas son los ancianos de este centro, y los niños del colegio Pablo VI. Entre ellos, se han cambiado la vida para siempre.

Y es que el proyecto consiste en que los ancianos, una vez al mes, van a visitar a los niños de tres años, el aula de infantil, del colegio. Entre ellos, hacen un sinfín de actividades que estimulan a unos y a otros.

Gloria es la profesora de infantil de estos niños, y desde que pusieron en marcha el proyecto el año pasado, han notado un cambio espectacular en el desarrollo de los niños.

“Para los niños los beneficios son muchísimos, fomentan habilidades, los mayores fomentan la comunicación, a veces, por su deterioro cognitivo no escuchan bien, con otros tipos de dificultades, pero el amor es universal” decía.

“Comparten historias y conocimientos, intentamos hacer actividades y ellos recuerdan las de antaño, les hablan de lo que hacían, de lo que les lleva a sentir alegría, y además se sienten útiles” confesaba.

Una residencia de ancianos

Lo mismo dice Mari Carmen, responsable de este centro de día. “Les transmiten a ellos mucha energía, muchos tienen algún problema de movilidad, andan con bastón y se van del aula llenos de energía y vitalidad”.

No solo eso, sino que han notado como ese estado de ánimo bajo de ancianos, ha cambiado. “Cuando los visitan, siempre quieren hacerlo, es un revulsivo en su monotonía. El simple contacto físico, darse un beso, es todo naturalidad y viviéndolo ahí nos emocionamos en cada encuentro” confesaba.

Unas visitas que siempre terminan en anécdota

Estas visitas están dando un chute de energía tanto a los ancianos como a los niños, que pronto forjan conexiones que nadie esperaría. 

“Se les refuerza que pueden conectar con el presente, se sienten alegres. Cuando llegan los niños les da una alegría, un torbellino de nervios que los abraza, los beneficios son los lazos emocionales que construyen y el vínculo tan especial que tienen” decía Gloria.

Confiesa que los vínculos que se forman entre ellos llegan hasta tal punto de que les llaman a los ancianos “abuelos”, y que les da una alegría inmensa cuando se encuentran en el supermercado o por la calle.

Eso sí, ella, como profesora, intenta prepararles antes de cada visita. “Les empiezo a hablar de las personas mayores, de que son como los abuelos, porque nos llevan a la ternura y el cariño, les hago algo de teatro y usamos bastón, o personas en silla de ruedas, les explico lo que vienen a hacer y cómo les tenemos que tratar” aseguraba.

Es tal, que son los propios niños los que salen a buscar a los mayores y les llevan “de la manita” a su aula, para no separarse durante un buen rato.

“En el proyecto de centro tratamos de abrir las actividades fuera del centro y ver que los mayores pueden ser parte activa de la sociedad. Lo planteamos al colegio, les encantó la propuesta y me puso en contacto con Gloria, nos abrieron las puertas y hacen que nos sintamos cómodos” decía Mari Carmen, que está encantada con este proyecto.

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