La impresionante historia de un buzo de la Armada en la Operación "Sofía"
Pablo Perales mantiene el contacto con una chica que rescató 10 meses atrás
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El fin de semana pasado más de 1000 inmigrantes llegaban en patera a otros puntos del estrecho. Huyen de la pobreza, del terrorismo, de la guerra, del cambio climático. Casi 300 inmigrantes perdieron la vida tratando de llegar a España, son los que se han contabilizado. En el Mar Mediterráneo se ha desarrollado la Operación "Sofía", y claro al margen de los resultados se conocen historias que merecen ser contadas. Su protagonista es Pablo Perales, y hace 10 meses era uno de los participantes de la Operación.
Es cabo segundo de la Armada y miembro de la unidad de buceo de Ferrol, y en uno de los rescates se lanzó a por una chica nigeriana, Francesca, y a partir de ahí se hicieron amigos: "Este rescate fue el primero de la operación, fue de los más complicados,cuando llegamos estaban en una embarcación neumática muy endeble. Iban completamente hacinados, era una barbaridad. Yo divisé a un niño con el cordón umbilical, que acababa de nacer hace una hora". Pero el momento heroico llegó cuando una chica se cayó al agua: "Cuando la vi, me di cuenta de que no había nadado nunca. Se puso a gritar, yo me tiré y la subí a la embarcación. Y horas más tarde se me acercó una chica, y me dio las gracias, yo en ese momento no la reconocí, y era la que había rescatado al principio". Ahora, 10 meses más tarde, francesa vive en Milán junto a su familia, y sigue en contacto con Pablo, a través de Facebook.
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Pero no es la única historia de Pablo, dentro de la Operación "Sofía", salvó la vida in extremis a otro inmigrante que se estaba ahogando: "Justo vi a uno que estaba al borde del ahogamiento, apenas salía, eran síntomas muy claros. En estas situaciones nuestro reglamente es que tirarse al agua es un riesgo, pero aquí no había otra solución. Me tiré a por él, no había mucha distancia pero al llegar ya no estaba. Me sumergí, y ahí se estaba hundiendo hasta el fondo, le hice la reanimación pero nada, le apreté y le empezó a salir espuma blanca y lo acerqué. Al principio las sensaciones no eran buenas, pero finalmente consiguieron reanimarlo tras 55 minutos. No tuvo secuelas".