¿Se puede ser abstemio en España?: "He estado en botellones y te sientes excluido, las miradas te juzgan"

Alba y David cuentan en La Tarde su historia y cómo son capaces de no probar una gota de alcohol y los comentarios a los que se exponen con ello

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¿Se puede ser abstemio en España?: "He estado en botellones y te sientes excluido, las miradas te juzgan"

Paco DelgadoRedacción La Tarde

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El alcohol tiene varias cara y, una de ellas, son los abstemios, personas que nunca han probado una gota de alcohol, ya sea por motivos médicos o por decisión propia. Uno de esos es David, que explica en La Tarde cómo se siente un abstemio: “La verdad que no bebemos, se nos puede considerar bichos raros, pero nunca he sentido esa necesidad en mi vida”. Pero, ¿se puede ser abstemio realmente en España?

En el caso de David siempre ha tenido a sus amigos de primaria, gente que no cuadraba en el resto de las clases, son amantes de los videojuegos, manga, cultura asiática... “Pero estaba mi vecino, que me ha llevado por el camino diferente. He estado en botellones pero nunca me ha llamado, por la educación de mis padres siempre me ha parecido 'para mayores'”, explica a Fernando De Haro, que charlaba con el joven un centro de Alcohólicos Anónimos de Madrid.

Al igual que David, Alba no ha probado una gota de alcohol en su vida: “Puede nacer de lo que te eduquen tus padres, de cómo se ve en la sociedad beber, pero en mi caso va con mi carácter, decisiones en función de la moral que yo me he creado”.

Y es que, como explica la joven, que acaba de acceder a la universidad, siempre uno al final “se acerca a sus semejantes y yo he tenido la suerte de que la gente con la que me he rodeado no ha sido muy de buscar el alcohol o irse de fiesta, pero en algunas circunstancias me he encontrado en botellones y te sientes que estás excluido”. No obstante, el cambio de entorno del colegio a la universidad ha supuesto un giro en su vida: “Ahora que he entrado en la universidad sorprende pero no se sienten las miradas que te juzgan”.

Y es que hay 16.000 personas que fallecen al año por su adicción al alcohol en España. Voy a encontrarme con personas que se han rehabilitado, pero también con chavales que han decidido no beber.

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El drama del alcoholismo

La otra cara de la bebida es el alcoholismo. Otro de los relatos que se han escuchado en La Tarde ha sido el de Rebeca: “La bebida para mí ha sido un problema que, para mí, es una enfermedad. Ha afectado a muchos aspectos de mi vida, o solo a nivel físico, sino también mental, emocional o espiritual, al final es una enfermedad progresiva y fatal”. Reconoce que, aunque ahora tiene 34 años, empezó a beber con 13, como bebedora social en botellones. “Tuve una adolescencia complicada aunque con un entorno familiar normal, pero me doy cuenta de mis carencias de personalidad respecto a otras personas y encuentro en el alcohol una forma de relacionarme mejor con otras personas, incluso con sentimiento de superioridad”, confiesa en COPE.

Pero, en realidad, Rebeca tenía miedo y estaba vacía, y con el alcohol sentía un superpoder: “Al final pasé una línea que nunca más voy a recuperar, es una enfermedad progresiva y me doy cuenta de que lo uso en mi día a día, incluso en una entrevista de trabajo”.

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“La gente te pregunta que 'por qué no te tomas algo'

Luis es otro caso de lucha contra el alcohol: “Yo empiezo bebiendo, la verdad es que no puedo contestar ni yo cuándo crucé la línea imaginaria entre una persona que consume alcohol de manera moderada a depender de él para mi día a día, tenía que consumir cada día y dependía de él”. Pero, ¿por qué personas como Luis o Rebeca se convierten adictos? “Precisamente por cómo somos, a partir de ahí en vez de dominar yo el alcohol y decidir cuándo paro, la copa puede conmigo. La enfermedad hacía que yo no parase, que siguiese hasta que no podía más, como un tirano que puede con nosotros”, explica Luis.

Por su parte, Rebeca asegura que la presión del entorno siempre está ahí. “Ahora que llevo un tiempo sin beber al principio te dicen 'por qué no te tomas algo', pero la presión también me la ejerzo yo. Pero lo dices una vez y la gente deja de preguntarte por qué no”.

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