¿Se pueden controlar los rayos y dirigirlos en nuestro beneficio?

El físico Marcos Rubenstein cuenta con que elementos buscan poder conseguir controlar la caída de un rayo.

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Europa quiere controlar la caída de rayos mediante láser

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

¿Pueden caer 268.400 rayos en un día en España? Pueden. Ese es el récord del siglo XXI que se ha registrado en nuestro país. Fue el día 9 de agosto de 2018. Y es que fueron 776.126 los rayos que cayeron en ese mes de agosto. Nos referimos a cifras excepcionales. Pero por ejemplo, en la DANA que castigó el sureste de la Península a mitad de septiembre, cayeron 17.000 rayos ese fin de semana. Normalmente, cuando hablamos de rayos lo vemos algo peligroso, que a veces provoca destrozos e incluso se cobra vidas humanas. ¿Se pueden controlar estas caídas de rayos? ¿Hay alguna fórmula para atraparlos, entre comillas, y dirigirlos a un lugar concreto?

Pues en eso está la Unión Europea mediante el proyecto Láser Lighting Rod. Se trata de un sistema que pretende atrapar y canalizar los rayos mediante láser para después medir la carga y las características de los impactos. El objetivo es crear un sistema de pararrayos que especialmente proteja a zonas e instalaciones sensibles como aeropuertos o centrales nucleares.

Marcos Rubinstein, físico de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Lausana ha contado a La Tarde: “La idea que se tiene en este proyecto es la idea de poder controlar los rayos, canalizarlos hacia donde uno quiere, descargar el rayo de la nube antes de que caiga para en lugar de que caiga en un estructura delicada como una central nuclear o un aeropuerto que la carga baje y vaya por un canal de un rayo láser”. Marcos añade que ese rayo láser se lanza desde la tierra y aunque no llega a la nube va a hacer que ese rayo baje la potencia de carga.

“El problema es que la gran mayoría de rayos no sabemos donde van a caer, también que se pierde la gran mayoría de la energía que no está disponible para nosotros porque se disipa en el aire por el calor de la temperatura, la radiación y la energía sonora, casi todo se pierde”, concluye Marcos Rubinstein.

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