Cardenal en los suburbios de Manila

Escucha la Firma de José Luis Restán del 17 de octubre

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Pablo Virgilio David, obispo de Kalookan en los suburbios de Manila

Se llama Pablo Virgilio David y es uno de los nombres que pronunció el Papa al anunciar una nueva lista de cardenales. Tiene 65 años, es obispo de Kalookan, en los suburbios de Manila, y preside la Conferencia Episcopal de Filipinas, el país con más católicos de Asia. Su diócesis tiene 1.800.000 mil habitantes, muchos de ellos hacinados en barrios marginales, sin servicios ni vivienda adecuados. Muchos niños ni siquiera tienen certificado de nacimiento, para el Estado no existen y no van a la escuela ni al hospital. Por eso, una de las iniciativas que ha puesto en marcha es ayudar a registrar a los niños indocumentados de la diócesis. Confiesa que a sus parroquias apenas acude el 10% de la población, al resto hay que salir a buscarlos. Su paternidad hacia quienes viven en estas condiciones de miseria y marginación ha hecho que asumiera riesgos que seguramente nunca estuvieron en sus planes. Durante la presidencia de Rodrigo Duterte fue amenazado de muerte por denunciar violaciones de derechos humanos y ejecuciones extrajudiciales en el marco de la guerra contra las drogas. Durante un tiempo necesitó escolta para moverse por su diócesis, y recibió cinco acusaciones por sedición que finalmente no prosperaron.

Cuando Francisco visitó Filipinas en 2015, él era responsable del comité organizador, y le marcó la insistencia del Papa em que la Iglesia saliese de sus recintos. Una de sus prioridades ha sido crear “estaciones misioneras”, comunidades más ágiles y abiertas que las parroquias tradicionales, que permiten llegar a tanta gente que se confiesa católica, pero que apenas participa en la vida eclesial. Reconoce que muchos católicos no toman decisiones basadas en lo que aprendieron en la Iglesia. Su programa es sencillo: “No hemos olvidado que pertenecemos a la familia de la Iglesia; en la fe, nos esforzamos por hacer buenas acciones, especialmente para los más sufrientes entre nosotros; en la fe, nos damos cuenta de la presencia de Dios en medio de nosotros”.