Tenemos que decir algo más que un simple “No”

La Firma de José Luis Restán del lunes 23 de septiembre

- 2 MIN

José Luis Restán

      
      
             
      

Erik Varden es obispo en la diócesis de Trondheim, con poco más de 20.000 católicos, en un país, Noruega, donde la Iglesia católica experimenta un notable crecimiento… pero apenas supera los 250.000 miembros. 

Podría parecer algo minúsculo, pero presto atención a lo que dice porque ilumina la situación de la Iglesia y de la sociedad en países como el nuestro. Le acaban de elegir presidente de la Conferencia Episcopal de los Países Nórdicos. Le preguntan por sus planes y responde sin rodeos: “proclamar el Evangelio, tratar de ser embajadores creíbles de la Buena Noticia, porque nos encontramos en medio de un cambio cultural en nuestros países… al final del proceso de secularización, el ser humano sigue en busca de sentido, belleza y verdad… es un momento difícil, pero también apasionante, para la evangelización”. Varden insiste en que muchos ya están buscando, y nuestra tarea es hacer audible la Palabra (con mayúsculas). Y para eso “tenemos que decir algo más que un simple «¡No!»”. Habla de su pequeña diócesis, con una increíble pluralidad de lenguas y culturas. Allí se demuestra que es posible construir la unidad a partir de la diversidad, algo intrínsecamente católico. La Iglesia es un lugar en el que nos reunimos para la liturgia, pero es también una casa en la que cada uno se siente a gusto, de la que se siente responsable, un lugar en el que la gente habla, cocina y juega junta… todo esto sólo es posible a través de la comunión humana concreta.

Reconoce que sus estructuras son modestas… a veces uno puede sentirse abrumado por todo lo que queda por hacer. Pero advierte que, en la vida cristiana no siempre es una ventaja tener una seguridad material perfecta. Con todo, por supuesto que desea construir la Iglesia para el futuro, y se alegra de cada pequeño paso adelante. Le preguntan si la Iglesia de los países nórdicos puede ser un ejemplo para la Iglesia mundial y responde tajante: “simplemente tratamos de afrontar nuestra realidad con esperanza y confianza, queremos hacer de ella algo bello, para nuestro bien y para gloria del Señor”.

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