"El beso que pasó de torpeza venial, fruto de la euforia, a afrenta a la causa feminista que exige un castigo ejemplar"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del lunes 3 de febrero

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Esta mañana ha arrancado el juicio a Luis Rubiales por el beso no consentido a Jenny Hermoso. Ese beso que pasó en pocas horas de ser tomado como una torpeza venial, fruto de la euforia del momento, a convertirse en una afrenta a la causa feminista que exigía un castigo ejemplar. La jugadora decidió denunciar, presionada por el escándalo, y el Gobierno con Pedro Sánchez, a la cabeza, tomó cartas en el asunto. A Pedro le venía bien el escándalo para desviar la atención de su negociación secreta con Puigdemont, que aquel verano pedía la amnistía a cambio de investidura. Por eso Pedro se involucró personalmente en la destitución de Rubiales, que se resistió todo lo que pudo hasta que tuvo que ser la FIFA la que procedió a inhabilitarlo durante tres años.

Mira, yo no sé cómo acabará este juicio ni si Rubiales merece ser condenado a dos años por agresión sexual, como pide la Fiscalía. Lo que sí sé es que el personaje era vidrioso mucho antes del famoso pico, que por supuesto fue un gesto absolutamente indecente e inapropiado entre un jefe y una empleada. Pero ya es curioso que un tipo con hechuras de patán, que venía protagonizando informaciones vergonzosas por sospechas de corrupción y mala praxis, solo perdiera el puesto por culpa de la guerra cultural.

Recordemos que Rubi pactó con Piqué una comisión de 24 millones de euros por el traslado de la Supercopa a Arabia Saudí. Recordemos su complicidad con Pedro Sánchez para organizar el Mundial 2030, siendo como era socialista de cuna, hijo del alcalde socialista de Motril. Recordemos que grabó en secreto sus conversaciones con José Guirao, entonces ministro de Cultura y Deport, y que espió a David Aganzo, presidente del sindicato de futbolistas. Recordemos su fiesta en un chalet de Salobreña con una decena de «chicas de imagen». Recordemos, en fin, que antes del pico a Jenny ya se había agarrado los testículos en el palco de Sydney ante la atónita mirada de la Reina Letizia y la Infanta Sofía.

No sé cómo acabará el juicio ni si Rubiales merece ser condenado por agresión sexual. Lo que sé es que el personaje era vidrioso mucho antes del famoso pico"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Rubiales, por desgracia, es el paradigma y no la excepción en el mundo del fútbol. Nuestra Federación -y la UEFA, y la FIFA- ha estado dirigida por gente de ese mismo corte moral y estético desde siempre, por desgracia. Y no sabemos si el que está ahora, Louzán, durará mucho, porque pesa sobre él una condena de inhabilitación por prevaricación. La regeneración de las élites de fútbol español sigue pendiente, más allá de los éxitos ilusionantes que ha logrado ya Luis de la Fuente.

Quizá podríamos definir la caída de Rubiales como el canto de cisne de Irene Montero, y en general de la cultura woke que contaminó una causa tan noble como el feminismo. Una jerarquía de valores pervertida es aquella que pone el grito en el cielo por un gesto zafio mientras absuelve el saqueo del dinero público de los ERE, blanquea un golpe separatista, entierra la memoria del terrorismo vasco o lanza campañas contra los jueces que investigan la corrupción del Gobierno. Pero en fin, qué es todo esto comparado con el terrible pico de Rubiales".

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