"Los chinos han hecho lo de toda la vida: copiar, rediseñar y producir más barato. los amigos tecnomillonarios de Trump deben ponerse las pilas"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 28 de enero

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A estas alturas ya te habrás enterado del lío que se ha montado con el nuevo chat chino de inteligencia artificial, esa aplicación con el logo de una ballena que se está descargando medio planeta y que se llama DeepSeek. Esta aplicación ha revolucionado el mercado tecnológico y ha provocado pérdidas millonarias en las empresas americanas que han desarrollado el ChatGPT, la aplicación más popular de inteligencia artificial versión Silicon Valley. Su hegemonía ahora está amenazada.

¿Por qué ha ocurrido esto? Bueno, en realidad no ha pasado nada distinto a los que los chinos llevan haciendo toda la vida: copiar, rediseñar y producir más barato. Lo están haciendo con la ropa para competir con Zara o Primark, con el coche eléctrico para competir con Tesla, con el predominio de Amazon a través de Alí Express y ahora han conseguido desarrollar un modelo de inteligencia artificial más eficiente que sus competidores americanos.

Como ha dicho el Papa, la inteligencia artificial es “un don”, y bien usada puede servir al bien común"

Jorge Bustos

Copresentador de 'Mediodía COPE'

Es verdad que este chat está sujeto a la censura ideológica del Partido Comunista, sí: no te va a responder correctamente si le preguntas por el respeto a los derechos humanos y a las libertades en China. Pero esta tecnología es de código abierto y por tanto puede ser reprogramada por ingenieros occidentales para librarla de cualquier censura previa. Y por eso ha cundido el pánico entre quienes creían ostentar un oligopolio: porque DeepSeek funciona. Aunque es probable que se caiga por culpa de descomunal tráfico que ya está empezando a soportar, los chinos han demostrado que se puede desarrollar un chat inteligente con muchos menos costes. Y eso ha pinchado la burbuja financiera de la inteligencia artificial, que estaba generando cifras bastante sospechosas en los últimos tiempos, sobrecostes injustificados que ahora quedan en evidencia.

Curiosamente el hombre que ha reaccionado con mayor pragmatismo y sentido común a esta victoria de la tecnología china se llama Donald Trump. Todo el mundo sabe que libra una guerra comercial e industrial con China. Pero al fin y al cabo Donald es un hombre de negocios. Alguien que entiende que una tecnología más eficiente representa una oportunidad antes que una amenaza. Por eso ha invitado a sus amigos tecnomillonarios a que se pongan las pilas en vez de lloriquear. Igual que el programa Sputnik ruso acicateó a la Nasa para acabar llegando primero a la Luna, la carrera de la inteligencia artificial está abierta para que gane el mejor. A base de aranceles y guerras comerciales no se logra la hegemonía: se logra ofreciendo el mejor producto a un mercado inevitablemente globalizado.

Todavía no sabemos cómo evolucionará esta pelea mundial por hacer más listas y útiles y rentables a las máquinas. Pero de las leyes del mercado basadas en la competencia podemos beneficiarnos finalmente todos los consumidores. Y eso no solo es una buena noticia para nuestros bolsillos: también para nuestros valores. Como ha dicho el Papa, la inteligencia artificial es “un don”, y bien usada puede servir al bien común y ayudar al progreso justo de nuestras sociedades. Los riesgos son evidentes; las oportunidades, también".

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