"Pedro y sus ministros saben QUE están sentados encima de un barril de pólvora Que estallará cuando quiera Puigdemont"

El codirector de 'Mediodía COPE' analiza el primer cara a cara entre Feijóo y Sánchez este miércoles en el Congreso en la primera sesión después del verano

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Resulta un poco sospechosa la insistencia de Pedro Sánchez en que va a agotar la legislatura. No solo porque suele hacer lo contrario de lo que dice. Sino porque alguien que se siente seguro en el Gobierno no experimenta la necesidad de proclamar a todas horas lo seguro que se siente en el Gobierno. No escuchamos a Isabel Díaz Ayuso ni a Juanma Moreno ni a Alfonso Rueda ni a Emiliano García-Page jurar a todas horas que agotarán sus legislaturas. Básicamente porque sus votantes les han concedido una mayoría sólida para gobernar. Que es justo lo que los votantes españoles no le han concedido a Pedro Sánchez.

En la sesión de control de hoy he escuchado al presidente y a varios ministros repetir que quedan tres años por delante, que se les van a hacer muy largos a la oposición, que hay proyecto. Pero cuanto más lo repiten, menos credibilidad tienen. Mira, cuando estamos absolutamente seguros de algo, no sentimos la necesidad de repetirlo a todas horas. Y, en cambio, cuando no estamos seguros de que vaya a ocurrir algo que deseamos con todas nuestras fuerzas, tendemos a exagerar esa falsa seguridad. Porque en realidad estamos intentando engañarnos a nosotros mismos; estamos intentando convencernos de que nuestros deseos se cumplirán, porque nos da miedo pensar en la alternativa, que es el fracaso.

Pues bien, en esa situación exactamente se encuentran Pedro y sus ministros. Como no son imbéciles, y acaban de perder otra votación parlamentaria ayer mismo por la tarde, ellos saben mejor que nadie que están sentados encima de un barril de pólvora. Que estallará cuando quiera Puigdemont. O cuando se canse el PNV. O cuando Podemos se baje definitivamente del barco agujereado. O cuando José Luis Ábalos decida ponerse a interpretar en serio el papel de conde de Montecristo. Ojo con la venganza de Ábalos, que maneja mucha información.

La legislatura está en vía muerta. El Gobierno ha perdido la mayoría parlamentaria. No puede convalidar decretos ni aprobar leyes ni sacar adelante unos Presupuestos. Un demócrata normal, uno con vergüenza, convoca elecciones cuando pierde el apoyo del Parlamento. Pero Pedro no es un demócrata precisamente escrupuloso, así que va a rellenar este vacío insoportable con campañas contra los jueces y ataques a los periodistas. Va a tratar de estirar su estancia en Moncloa provocando polémicas divisivas hasta con un plan de subvenciones a la bicicleta. O sacará la momia de Franco a pasear en cualquier momento. O atacará a la Iglesia. Cualquier cosa menos aplicarse a sí mismo lo que decía de Rajoy cuando prorrogó unos presupuestos: que una cosa es gobernar y otra cosa es estar en el Gobierno.

Sánchez pierde votaciones y está acorralado por la corrupción, pero aún vive en Moncloa y viaja en avión oficial. Necesita decirse a sí mismo que todo seguirá igual. Que seguirá veraneando en La Mareta y yendo a cumbres de líderes internacionales. Porque su proyecto siempre fue ese: él mismo siendo presidente. Y no puede imaginar el día fatal en que deje de serlo. Aunque debería ir empezando. Porque si sigue así, su legado, ese que tanto le preocupa, se va a resumir en la lenta agonía de alguien que nunca pensó en nadie más que en él mismo.