"El PP quiere aumentar la presión de los tribunales para extender el alcance del caso Koldo-Ábalos y convertirlo en el caso PSOE"

El codirector de 'Mediodía COPE' analiza en su monólogo la decisión del PP de presentar una querella contra el PSOE

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Cuando la dirección del PP anunció una reunión extraordinaria ayer domingo, quizá pensaste que estaba planeando presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez. Y a lo mejor experimentaste algo parecido a una decepción cuando la cosa se quedó en una querella contra el PSOE por financiación ilegal, cohecho y tráfico de influencias. Hemos llegado a un punto en que una querella contra el partido del Gobierno por parte del principal partido de la oposición puede saber a poco. 

El escándalo de corrupción y desgobierno es tal que cunde la ansiedad en buena parte de la sociedad española. Pero la oposición hace bien en no precipitarse, porque no sería la primera vez que su torpeza o su exceso de frontalidad termina brindándole un balón de oxígeno a Pedro Sánchez justo cuando más débil se encuentra. En política el camino más corto no es la línea recta.

No voy a negar que una moción de censura sería el colofón perfecto para la aventura presidencial de Pedro. El político que llegó al poder con la excusa de la regeneración, que se vendió a sí mismo como el antídoto contra los escándalos del PP, ese hombre tiene hoy a su mujer imputada, a su hermano investigado y a su secretario de Organización a punto de imputación en el Tribunal Supremo. Si Sánchez se aplicara a sí mismo el rasero que aplicó a Rajoy, es evidente que ya tendría que estar dedicándose a dar conferencias en Bolivia o dictando su último libro de memorias a algún periodista compasivo. Pero ha decidido aguantar como sea, y mientras sus socios -y en especial el PNV- sigan negándose a participar en esa censura, sería estúpido por parte de Feijóo presentarla. 

Las dos mociones que presentó Vox contra él solo sirvieron para reforzarle, porque los discursos no se recuerdan tanto como la foto final: Pedro sonriente saliendo del Congreso con el apoyo renovado de sus socios... y la oposición con cara de impotencia. Esa es la imagen que el PP quiere evitar, y hace bien. Porque la eficacia suele estar reñida con la testosterona.

Yo no sé qué recorrido judicial tendrá la querella que acaba de poner Borja Sémper en la Audiencia Nacional. Es obvia la intención del PP: quiere aumentar la presión de los tribunales para extender el alcance del caso Koldo-Ábalos y convertirlo en el caso PSOE. Y sobre todo quiere minar las relaciones de Junts y PNV con el PSOE. Pero lo cierto es que la corrupción socialista ya está judicializada y ese proceso no se va a detener. Ni el Gobierno ni la oposición pueden ralentizar o acelerar el trabajo de los jueces, que tienen su propio ritmo. 

Hasta la Fiscalía pide el archivo de la querella de Begoña Gómez contra el juez Peinado. Y las acusaciones piden abrir una pieza separada por el aterrizaje opaco de Delcy y por el rescate acelerado de Air Europa.

      
             
      

Con Aldama en la cárcel, que es un sitio que suele provocar en los empresarios corruptos unas incontenibles ganas de hablar, nadie en Moncloa ni en Ferraz va a dormir tranquilo. Es cuestión de tiempo que todo se sepa. Y cuando ocurra, quizá sea el momento de tantear a partidos o a diputados que no quieran verse arrastrados en la caída a cámara lenta de Pedro Sánchez.