"La ruptura entre Junts y el Gobierno ya es un hecho"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del miércoles 15 de enero

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El presidente del Gobierno, Carles Puigdemont... No, no es un lapsus. Así deberían empezar todas las crónicas políticas hoy en España. Porque hoy en España no manda Pedro Sánchez: Pedro Sánchez es un figurante. Exhibe los atributos de un presidente: la casa, el avión, el séquito de asesores. Seguir disfrutando de todo eso -y de nada más que eso- fue su única obsesión aquella noche de julio de 2023. Pero gobernar, legislar, aprobar leyes, tomar medidas con algún impacto en el interés general de los españoles: nada de eso está a su alcance desde el mismo momento en que aceptó ser presidente con los votos de un sedicioso fugado. Un año después, ese prófugo sigue en Waterloo y se le ha acabado la paciencia. Así que la legislatura ha descarrilado antes siquiera de echar a andar con unos presupuestos propios.

La ruptura entre Junts y el Gobierno, que venía anunciándose a finales del año pasado con sucesivas derrotas parlamentarias, ya es un hecho. El portazo de Moncloa a la cuestión de confianza que exigían los separatistas supone el paso a la oposición de Junts. Le pidieron a Pedro que moviera el culo con la amnistía efectiva, con el catalán en Europa, con la transferencia en inmigración; pero Pedro no lo ha movido. Y no porque no quiera: Pedro se pondría un tanga bordado con la estelada y se contonearía delante de Carles si eso le asegurase sus siete votos; pero es que nada de lo que pide Junts es legal ni posible. ¿Y por qué pide Puigdemont cosas que sabe imposibles? Porque estaba preparando el relato ante sus bases para acabar justificando este divorcio con el sanchismo.

¿Significa eso que Junts se abrirá ahora a una moción de censura con PP y Vox? De momento esa posibilidad es una quimera: Junts no podría explicárselo a sus votantes. ¿Entonces qué va a pasar? Pues que Junts dejará de votar con el PSOE en el Congreso, bloqueará sus iniciativas y seguramente pasará a aprobarle cada vez más proposiciones al PP, provocando así que Feijóo gobierne por momentos desde la oposición para castigar a Pedro. ¿Y puede Santos Cerdán lograr que Puigdemont vuelva al redil del Frankenstein? Pues no parece: el recadero de Pedro para las cesiones opacas ya está quemado y tiene poco o nada que ceder. Ni el cupo ni la condonación de la deuda son viables sin levantar en armas al resto de autonomías y sin liquidar todas las opciones electorales de Montero en Andalucía o Morant en Valencia.

Así que aquí estamos, con la legislatura en vía muerta, con un Gobierno sin mayoría y cercado por la corrupción que dedica el tiempo libre -o sea, todo el tiempo- a generar ruido de propaganda, a boxear contra el fantasma de Franco y a atacar a los jueces y a la Guardia Civil. En semejante situación de agonía y de ridículo, cualquier dirigente democrático disolvería las Cortes y convocaría elecciones. Pero Pedro no es exactamente un dirigente democrático. Y además necesita el poder para blindarse judicialmente él y su familia.

El análisis de este momento político lo escribió Calderón de la Barca hace cuatro siglos: “Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando. Y ese aplauso que recibe -prestado- en el viento escribe, y en cenizas lo convierte la muerte, desdicha fuerte. ¿Quién hay que intente reinar viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte?”.

La vida de Pedro en Moncloa es sueño, y de ese sueño ha venido a despertarlo Carles Puigdemont".

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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