"A Teresa Ribera ha habido que obligarla a rendir cuentas ante el Parlamento y solo ha accedido al ver peligrar su puestazo en la Comisión Europea"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del miércoles 20 de noviembre

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Vengo del Congreso, de la sesión de control de los miércoles que luego cuento en El Mundo. Hoy el pleno está marcado por la comparecencia de Teresa Ribera, que no ha sido voluntaria, como sí lo será mañana la declaración judicial de Víctor de Aldama. La todavía vicepresidenta y ministra comparece obligada por el PP Europeo, que es el grupo que manda en Europa y del que depende que Ribera cumpla su sueño (y el de su jefe) de ser comisaria.

A Teresa Ribera ha habido que obligarla a rendir cuentas ante el Parlamento que representa a los ciudadanos que le pagan el sueldo y a los que se debe. Porque solo ha accedido cuando ha visto peligrar su puestazo en la Comisión Europea. ¿Y qué está contando Ribera esta mañana? Pues su estrategia no es muy distinta de la que usó Mazón la semana pasada. Es una estrategia que se resume en una máxima que es la cumbre del cinismo político: la autocrítica siempre es para los demás. Ha dicho Ribera que ella no ha visitado Valencia porque lo suyo no es hacerse fotos sino el rigor. ¿Es eso un reproche a Pedro Sánchez, o a don Felipe y doña Letizia? ¿O es que es incompatible el rigor con escuchar a las víctimas? Ha dicho también que en todo momento estuvo trabajando en su despacho, pero el organismo que dependía de ella, la Confederación Hidrográfica del Júcar, se despistó con la presa de Forata y desatendió la crecida del caudal del barranco del Poyo, que estaba bajo su competencia, durante la primera hora de la tarde de ese martes fatídico. Pero todas estas responsabilidades acabará dirimiéndolas un tribunal, y entonces veremos si Teresa Ribera sigue siendo comisaria.

Porque la noticia ya ha trascendido: el PP Europeo votará a favor del gobierno de Ursula von der Leyen. O sea que Teresa Ribera pronto cumplirá esa ambición que la ha tenido tan alejada política y emocionalmente de la política española desde que se presentó a las europeas. Es verdad que luego renunció a tomar posesión del escaño y siguió aquí de vicepresidenta y ministra, porque como dice Carmen Martínez de Castro es como Tarzán, que no suelta una liana hasta tener agarrada otra. Pero su cabeza hace muchos meses que está muy lejos de Madrid, y de Valencia. Si hubiera tenido la cabeza donde debía, quizá habría reaccionado de otra manera antes y después de la DANA. Y si su dogmatismo ecologista no le hubiera impedido hacer las obras de adecuación y drenaje en el barranco del Poyo, las cosas también podrían haber sido de otra manera. Lo que parece una broma es que culpe ahora a Rajoy, como ha hecho esta mañana, de no haber hecho esas obras que ella recomendaba en 2011: si tan buenas eran cuando ella solo era secretaria de Estado, ¿por qué no las hizo siendo ya ministra y vicepresidenta?¿ O es que queremos los cargos, su salario y su pompa, pero no su responsabilidad?

Los ciudadanos distinguen perfectamente entre el auténtico liderazgo y el postureo del burócrata de sigla o el trepa. Don Felipe y Doña Letizia fueron aclamados ayer en las calles de Chiva, de Utiel y de Letur porque dieron la cara cuando había que darla y donde había que darla; no salieron huyendo como jilgueritos con escolta, quejándose de la ultraderecha. Por cierto, esa misma ultraderecha de Orban y Meloni con la que el PSOE va a pactar con tal de colocar a una de las suyas en un puesto de poder. Al final se ha demostrado que la alerta antifascista es el mismo bulo en Paiporta que en Bruselas".

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