Pilar G. Muñiz: "Entre 333 millones de habitantes... ¿de verdad no había mejores candidatos?"
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El primer cara a cara entre Joe Biden y Donad Trump ha hecho saltar las alarmas a los demócratas por cosas como estas. Es la primera vez que un debate presidencial televisado se celebra tan pronto, estamos en junio y las elecciones serán en el mes de noviembre. Se hizo en estas fechas, dicen algunos, por tratar de posicionar mejor a Biden de cara a que si algo ocurría fuera posible una remontada.
También le beneficiaba el formato porque con micrófonos apagados y sin público la imposibilidad de interpelar al contrario y dejarlo contra las cuerdas se reducía considerablemente. Pero nada de esto fue aprovechado por el actual presidente de EEUU. Bien es verdad que Donald Trump estuvo en su línea, más comedido, eso sí, quizá por el formato, quizá porque no tenía público jaleándole. Pero mintió, lo hizo hasta en 26 ocasiones, según el New York Times.
Sin demasiadas sorpresas, echó toda la carne en el asador con el tema de la inmigración, a quien acusó de representar los males de los estadounidenses, desde recortes en Sanidad a temas de inseguridad. Y no aclaró por más que se le preguntó en varias ocasiones si aceptaría el resultado que el mes de noviembre salga de las urnas.
Eso sí, todo lo que dijo, lo dijo con rotundidad, sin titubeos. No ocurrió lo mismo en el caso de Biden. Y esta es la clave. Si este debate tenía trascendencia, no era por los programas electorales en sí. Lo importante del debate para las filas demócratas era el demostrar que Biden estaba en plenas facultades físicas y mentales y evidentemente, esto, no quedó resuelto.
La encuesta de la CNN ha dado como ganador a Trump con el 67 por ciento frente al 33 por ciento de los encuestados que cree que ganó Biden. La duda es aquí el saber hasta qué punto el debate puede influir en la percepción de los norteamericanos. En la encuesta hasta un 5% dice que ha cambiado su idea al 14% le ha hecho reflexionar. Y eso es precisamente lo que pone nerviosos a los demócratas.
Hay movimientos y voces que piden un cambio urgente. Pero es difícil -si no imposible- sustituir a Biden sin su visto bueno. Ya están elegidos los delegados para la convención de agosto que son los que tienen el compromiso de nominar a Biden. Pero es verdad que si este da el paso y se retira podría allanarse el camino. Algunos hablan de Obama o de Nancy Pelosi como las mejores armas para conseguir convencer a Biden de la necesidad de un relevo, mientras que otros dicen que solo Jill su mujer podría conseguirlo.
En resumen, 90 minutos de debate con dos candidatos, uno dubitativo, que no terminaba algunas frases, al que costaba entender en algunos momentos y que genera muchas dudas sobre su continuidad en la Casa Blanca. Y otro mucho más contundente pero con argumentos repletos de falsedades y sin responder a muchas preguntas (y además condenado por 34 delitos).
Al final la sensación que queda es en un país de 333 millones de habitantes...¿De verdad no había mejores candidatos?