Pilar García Muñiz, sobre el Congreso del PSOE: "Tenemos marketing y cálculo político"

- 2 MIN

Yo entiendo que un domingo hay muchas cosas mejor que hacer que dedicarse a seguir en directo la clausura del comité federal del PSOE, pero si alguien tuvo la necesidad o la mera curiosidad por verlo, seguramente perdería la cuenta de las veces que Pedro Sánchez repitió la palabra "socialdemocracia". Como si se tratara de un hechizo que a fuerza de repetirlo se convierte en realidad.

Como en todos los congresos de cualquier partido, aquí no hay magia. Como mucho, lo que tenemos es marketing y cálculo político. Por ejemplo, la necesidad de ir marcando posiciones de cara a futuras elecciones e ir dejando el espacio político más escorado a la izquierda para la vicepresidenta de Unidas Podemos, Yolanda Díaz.

A tenor de las actuales encuestas, que no le dan para gobernar en solitario, lo que menos le conviene ahora mismo al PSOE es perder la baza de Unidas Podemos como aliado si acaba flojeando en unas elecciones. Sobre todo ahora que el Partido Popular empieza a recuperar terreno, según esos mismos sondeos. De ahí, por ejemplo, el guiño que ha tenido Sánchez a la derogación de la reforma laboral que le exige Podemos.

Sánchez ha salido del congreso sin debate interno y con un apoyo que ronda el 95%. Lo que se dice un paseo triunfal. Este lunes se ha reunido la nueva ejecutiva socialista con un ambiente excepcional, desde luego. Renovación en la que se vende juventud, integración y recuperación del peso de los barones regionales. Ha faltado poco para proclamar el estado de felicidad constante en la madrileña calle de Ferraz.

Pero a partir de aquí, sigue la realidad. Porque la declaración de la socialdemocracia es un velo en el que se trasluce el 'sanchismo'... Pedro Sánchez no dejará de la noche a la mañana de depender de los votos de ERC o de EH Bildu ni dejará de dar aire a las propuestas, más o menos extravagantes, de sus socios de Unidas Podemos. Ni dejará tampoco la ambigüedad mostrada con regímenes como el de Venezuela.

Esta es la realidad del Gobierno de coalición por la que difícilmente hubieran pasado los socialdemócratas de antaño, como el expresidente Felipe González, que en este consejo federal ha arropado a Sánchez, pero al mismo tiempo ha reclamado libertad de expresión en el seno del partido.