Pilar G. Muñiz: "El agua como arma no es nuevo y las víctimas, siempre civiles, por desgracia, tampoco"

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"El gran embalse de Kajovka, en el sur de Ucrania, tiene una superficie de agua acumulada de 2.155 kilómetros cuadrados. Para hacernos una idea, el tamaño es similar al de la provincia de Vizcaya.

Ahora imagina lo que supone que toda esta cantidad de agua se desembalse de golpe. Sin ningún tipo de control. Arrasaría con todo lo que encontrara a su paso. Pues es justo lo que está ocurriendo, ahora mismo, en esa zona del sur de Ucrania, en los alrededores de la ciudad de Jersón.

Se calcula que un centenar de poblaciones están siendo anegadas por las aguas, creando una situación que afecta a decenas de miles de personas. Muchos de ellos han tenido que ser evacuados a zonas más seguras porque se hace imposible vivir cuando la crecida del agua puede alcanzar los 5 metros de altura.

La presa de Kajovka es una de esas mastodónticas infraestructuras que construyó la Unión Soviética por toda la URSS. Esta, en concreto, interrumpe el curso del Dniéper, que el cuarto río más largo de Europa.

En una situación de paz, su uso está destinado a la generación hidroeléctrica, al suministro de agua para riego y los ucranianos acuden también a este embalse como ocio porque cuenta (o contaba) con paseos, zonas de playa. Espacios de recreo, en resumen.

Pero en una situación de guerra, este embalse también puede ser un arma estratégica y en eso se está convirtiendo. En la madrugada del pasado martes, la sección central de la presa saltó por los aires y el agua empezó a fluir sin control ninguno.

Rusia y Ucrania se culpan mutuamente del desastre y eso que todavía no se pueden calcular las consecuencias que tendrá a medio plazo. Toda esta situación sabemos a quién perjudica a la gente normal. Pero la gran pregunta es, ¿a quién beneficia, en medio de la guerra?

El embalse se encuentra ahora mismo en zona rusa y forma parte de río Dniéper que divide el frente

No es la primera vez que esta infraestructura es objetivo de ataques durante esta invasión, pero siempre ha resistido las explosiones externas provocadas por misiles. Ahora se abre la posibilidad de que haya sido volada desde dentro o bien de que haya reventado por sí sola por los daños que ha ido sufriendo en diferentes ataques. Aquí ya entramos en el farragoso mundo de la propaganda de cada bando.

Pero, más allá de las teorías y acusaciones, en la práctica, las inmensas inundaciones que está provocando el reventón de la presa benefician a Rusia desde el punto de vista militar.

El ejército ruso ha conseguido un punto importante: la primera, frenar cualquier avance de los ucranianos en plena contraofensiva. Los carros de combate, los camiones o los soldados no se mueven igual entre agua y fango.

Lo curioso es que esto ya lo hemos visto en la historia. En 1941, Stalin ordenó la voladura de una presa en esa misma zona de Ucrania para frenar el avance de los nazis.

El uso del agua como arma de guerra no es nada nuevo y el hecho de que las víctimas sean siempre los civiles, tampoco.

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