Pilar G. Muñiz: "No deja de tener su ironía que sea Puigdemont el que hable de chantaje"

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Lo de la financiación autonómica es un clásico, llevamos años y años discutiendo sobre este sistema y nadie está contento. Todo el mundo reclama más y todos se consideran perjudicados de alguna manera.

Todo esto no es nuevo. Tampoco lo es que la financiación autonómica se haya convertido en un moneda de cambio, en un objeto de negociación. Esto lo hemos visto más veces y es justo lo que ahora mismo está pasando, de una manera descarada, entre el PSOE y Esquerra Republicana.

Básicamente, lo que ocurre es que los socialistas necesitan los votos de Esquerra para hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa. Es decir, es una cuestión política, un acuerdo entre partidos, en la que los votos para una investidura se vinculan a la financiación.Para que no suene tan evidente, todo esto se reviste con un nombre más técnico, una especie de eufemismo que llaman “Singularidad” de Cataluña. Ahora bien ¿qué quiere decir? Porque no significa lo mismo para Esquerra que para el PSOE.

Para los independentistas, la singularidad es establecer un modelo parecido al que tienen Navarra y País Vasco. De forma muy general, se pretende que la Generalitat sea la encargada de recaudar todos los impuestos y luego dar un parte, un cupo, al Estado. Esto, más que una singularidad, es un privilegio.

El candidato socialista, Salvador Illa, propone una fórmula intermedia, una recaudación conjunta. Y el gobierno habla de singularidad dentro de la reforma del sistema de financiación. Sea como sea, la sensación es que se quiere repartir gran parte del Pastel sin que el resto de regiones puedan hacer absolutamente nada, salvo protestar. En ello están todas las comunidades del PP y alguna del PSOE como Castilla la Mancha.

De poco va a servir porque como hemos dicho, el objetivo no es alcanzar un sistema de financiación mejor para todos. El objetivo real es mucho más particular. Es que Illa consiga un acuerdo para alcanzar a la presidencia de la Generalitat. y lo consiga rápido porque el 25 de junio tendrá lugar la votación del pleno de investidura.

Puigdemont, que ve peligrar sus opciones, ya está diciendo que se trata de un auténtico escándalo y un chantaje. No deja de tener su ironía que sea Puigdemont el que hable de chantaje. Él que precisamente que ya tiene aprobada una Ley de Amnistía a la carta a cambio de 7 votos. Ahora está comprobando el sabor de su propia medicina y el PSOE tiene que tener cuidado con la dosis. Si le sienta demasiado mal a Puigdemont, las votaciones en el Congreso de los diputados se pueden complicar mucho para lo que resta de legislatura.

Es una situación endiablada, pero es lo que tiene negociar con todos a la vez sin poner ningún límite.

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