Sofia Buera: "El caso de Mocejón nos alerta de lo que puede ocurrir en redes por calentón social"

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El asesinato de un niño de 11 años en Mocejón ha ido mucho más allá de la noticia. Enseguida te vamos a contar las novedades que estamos conociendo en la investigación pero este caso deja abiertos varios debates de profundo calado social.

El movimiento que ha generado en redes sociales ha sido brutal. En sentido positivo, para canalizar, por ejemplo, las muestras de apoyo a la familia del menor pero en sentido negativo también ha servido para la difusión de todo tipo de bulos e incluso el señalamiento y acoso al portavoz de la familia, simplemente por pedir prudencia a la hora de hablar de este asunto...

¿Dónde está el límite entre la libertad de expresión y el derecho al honor o la difamación? ¿puede el anonimato ampararlo todo, incluso el insulto o noticias falsas que generen alarma social? En un sistema democrático estas preguntas llevan muuuchos años dando vueltas pero internet ha desbocado el debate.

Hoy el fiscal de delitos de Odio ha lanzado la idea de prohibir el acceso a las redes sociales a quienes hayan cometido este tipo de delitos y además acabar con las cuentas anónimas. Estas ideas tampoco son nuevas, pero nunca se han regulado.

Actualmente acceder como usuario a una red social exige ser mayor de 14 años y aportar un número de teléfono y/o un correo electrónico... No existe una identidad oficial con nombres y apellidos pero sí una forma de contacto o localización indirecta. Paradójicamente, aunque nos creamos anónimos, las redes sociales tienen millones de datos sobre nosotros. Qué vemos, qué nos gusta, dónde estamos, cuáles son nuestras costumbres... Es un anonimato relativo pero salvaguardado por las leyes de protección de datos y la privacidad. Si no fuera así, seguramente muchos usuarios se darían de baja y esto hay que tenerlo en cuenta porque en esa privacidad está buena parte del negocio de las redes sociales...

El paso que propone el fiscal, que no es nuevo, sería crear una especie de DNI o Identidad Digital que nos identifique directamente a la hora de usar una red social. Fulanito de tal, que vive en tal dirección, es el titular de esta cuenta de internet. Eso quizás podría frenar las intenciones de algunos y facilitar la labor de la policía en casos de denuncia que acaban ante un juez.

Y ahí está la clave, en la garantía legal. Actualmente es la justicia la que determina cuando se ha sobrepasa la línea de la libertad de expresión o de las amenazas y esa justicia puede levantar el anonimato. En este debate, el riesgo está en que sea el gobierno de turno el que tenga la tentación de poner ese límite de forma preventiva o que decida de antemano qué se puede decir o cómo decirlo.

Lo ocurrido en las redes sociales con el caso del asesinato del niño de Mocejón nos pone en alerta de lo que puede ocurrir en las redes en un momento de calentón social, pero abordar una solución también implica tener la cabeza fría, por si acaso.

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