Entre bombas o con miedo a ser degollados: la Semana Santa en zonas de conflicto como África o Asia

'Mediodía COPE' conoce cómo se vive la Semana Santa en zonas de guerra como Ucrania o Tierra Santa, o donde los cristianos son perseguidos como China o Mozambique: "Vale la pena"

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Entre bombas o con miedo a ser degollados: la Semana Santa en zonas de conflicto como África o Asia

Redacción Religión

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Al norte de Rusia, en la frontera con Finlandia y Noruega, se encuentra la ciudad de Murmanska. Un lugar recóndito donde las noches son de 24 horas en invierno, y al contrario en verano. En este pequeño municipio ruso se encuentra Alejandro Carbajo, un misionero español. De los 200.000 habitantes de Murmanska, solo unos 300 son católicos: el 0,01%.

La mayoría de rusos son ortodoxos y su Pascua no coincide con la nuestra. Por eso, son días laborables allí. Pero los católicos ya se preparan para vivir su Semana Santa de forma intensa.

Lo harán dentro de la Iglesia, sin salir a la calle en procesión. El viernes celebrarán un Via Crucis especial. Tendrán presente a todas las víctimas de la guerra de Ucrania. Y es que Carbajo cuenta entre los feligreses de su parroquia a rusos y ucranianos, la mayoría con hijos en el frente de batalla. Por ello, el misionero comparte en 'Mediodía COPE' su deseo porque recen todos juntos en la Pascua.

“En Ucrania hay parroquianos cuyos hijos han sido reclutados para la guerra y hay preocupación. Al principio había discusiones y ahora está la cosa más asentada y procuramos rezar por la paz. Aquí al finalizar la celebración hay una costumbre bonita de gritar tres veces '¡Ha resucitado el Señor!' Que podamos hacerlo juntos, es difícil pero no vamos a tirar la toalla”, ha deseado.

Tierra Santa: una Semana Santa marcada por la guerra

Y es que cuando hablamos de Semana Santa viene a nuestra cabeza la Madrugá de Sevilla o la sobriedad de las procesiones en Castilla y León. Pero en el resto del mundo se vive de manera diferente. Por ejemplo en Tierra Santa, un lugar que ahora mismo está marcado por la guerra. Será una Semana Santa distinta en Jerusalén, pero hay tradiciones que se repiten, como el rito que durante siglos repiten cada Viernes Santo los franciscanos desde hace siglos. Se trata del funeral de Cristo, cuando bajan a Jesús de la Cruz en el mismo monte calvario, lo embalsaman y lo llevan en procesión hasta el Santo Sepulcro. Alli lo colocan y se quedan velándolo.

Lula, misionera en Jerusalén, ha vivido este ritual que este 2024 será algo diferente: “Normalmente a estas celebraciones vienen muchos peregrinos de todo el mundo y ahora somos los religiosos, gente que vive aquí y se vive con tristeza pero con ese significado profundo. Porque estamos en el lugar donde ocurrió esto”, ha puntualizado en 'Mediodía COPE'.

La dictadura china no impide el auge del cristianismo: “30.000 adultos reciben el bautismo”

En Shangai, pese al hermetismo del régimen de Xi Jin Ping, la Iglesia está creciendo. Una realidad que se percibe cada Vigilia Pastual, cuando miles de adultos reciben el sacramento del bautismo. “Esa noche reciben el bautizo en China todos los años unos 20.000 o 30.000 adultos, con lo cual es una alegría y un entusiasmo y señal grande de esperanza porque la fe cristiana en Asia está muy viva pese a las dificultades en muchos países”, ha explicado en COPE Esteban Aranaz, sacerdote aragonés que lleva casi diez años en China.

A escasa distancia de China se encuentra Corea del Norte, uno de los países más vigilados del planeta, sobre todo en la frontera con Corea del Sur. Justo en ese espacio hay un convento de las salesas por cuyo tejado pasan los cables telefónicos del ejército coreano. Las Hermanas están rodeadas de batallones.

Al otro lado del planeta está América. Uno de los barrios más peligrosos de EEUU es el Bronx de Nueva York, marcado por la pobreza y las drogas. Allí hay una parroquia conquistada por los madrileños, la de Santa Rita. Allí también viven procesiones similares a las de España, aunque sin la grandiosidad de nuestras cofradías. La Pascua de hecho se celebra en castellano, como cuenta en COPE su párroco, Pablo González: “En medio de la pobreza, de la miseria, de los problemas terribles que tenemos con la drogadicción, sin la familia, siempre aparece Cristo Resucitado dando vida nueva a las familias, liberándonos a todos de esta esclavitud del pecado y haciéndonos vivir con alegría”.

De vivirlo en comunidad con los musulmanes a ser degollados: la Semana Santa en África

Si nos trasladamos a África, la Semana Santa se vive también con pasión en ciudades como Mbour, en la costa senegalesa, que es lugar de salida habitual de pateras hasta España, pese a que la mayoría de la población es musulmana. Apenas hay un 5% de cristianos, pero celebran el Triduo Pascual haciendo partícipe a los musulmanes como destaca Mateo, español en esta ciudad pesquera.

“Muchas familias algunos son cristianos y otros musulmanes. El Viernes Santo los cristianos preparan un plato típico, un puré de cacahuetes, y cuando salen del oficio la van a llevar a todas la casas de sus amigos, que seguramente muchos serán musulmanes y se crea una sensación de hospitalidad”.

Pero esta situación no es, por desgracia, similar en toda África. De hecho, en países como Nigeria o Mozambique los cristianos son perseguidos. Hace solo unas semanas el Estado Islámico asesinó a doce cristianos en Mozambique y quemó una Iglesia. Tienen miedo de lo que pueda ocurrir durante estos días, pero no van a dejar de celebrarlos como afirma el misionero español Eduardo Roca, que se encuentra en el epicentro de la violencia.

“Los radicales dicen que son soldados de Dios, que están haciendo guerra santa y tienen que eliminar a los infieles, y para eso tienen que degollarlos, sacrificarlos. Lo hemos vivido y visto con nuestros ojos. He decidido quedarme con ellos hasta el final”.

Pese a la dureza de su testimonio, Roca espera con esperanza la celebración de la Vigilia Pascual: “

“Esa noche empiezan los tambores a repicar. Lo sientes vibrar en el suelo. Es como si se moviesen los sepulcros y resucitando todos. Es una explosión de alegría, de vida, de fe enorme. Solo por esa experiencia vale la pena pasar en África una vida”, ha apuntado.

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