Consigue que una parroquia de Madrid se quede pequeña para cambiar la vida de 143 personas: "Nos volcamos"

La Fundación Caná intenta mejorar la situación de chicos con una discapacidad con profesionales como Ismael Sola, como descubre Carlos Moreno 'El Pulpo'

José Manuel Nieto

Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

La historia de la Fundación Caná es un relato de esfuerzo, dedicación y amor por transformar la vida de personas con discapacidad, comenzando desde un pequeño espacio en la Iglesia de Santa María de Caná en Pozuelo de Alarcón, hasta convertirse en un proyecto que ha ayudado a 143 personas a mejorar su calidad de vida y alcanzar una mayor autonomía. Una iniciativa que, de la mano de profesionales como Ismael Sola, demuestra cómo la vocación y el trabajo conjunto pueden derribar barreras sociales y abrir nuevas puertas para aquellos que más lo necesitan.

Ramón tiene 24 años y, debido a una epilepsia que le causó daños cerebrales, su autonomía quedó gravemente reducida. Sin embargo, en lugar de rendirse ante las dificultades, Ramón ve el futuro con optimismo, y gran parte de su nueva perspectiva de vida se la debe a la Fundación Caná. Cada mañana, Ramón acude a este centro madrileño donde recibe formación en diversas áreas, desde matemáticas hasta informática, pasando por pintura y terapias físicas. "Mi ilusión es poder incorporarme al mercado laboral pronto", afirma con una sonrisa en el rostro.

Carlos Moreno 'El Pulpo', en su programa Poniendo las Calles, destacó la importancia de esta fundación para personas como Ramón, que reciben no solo formación, sino también un apoyo integral para mejorar su calidad de vida. La Fundación Caná atiende a personas con diferentes tipos de discapacidad, brindándoles oportunidades para desarrollarse y crecer en un entorno adaptado a sus necesidades. Además de las clases académicas y terapias, la fundación organiza actividades recreativas, como excursiones y campamentos de verano, para que los beneficiarios puedan disfrutar de experiencias de ocio inclusivas.

Facebook: Fundación Caná

Los miembros de la Fundación Caná

Ismael Sola, educador y coordinador de la Fundación Caná, explicó en Poniendo las Calles cómo se organiza la jornada en el centro. El día comienza a las 9 de la mañana con un grupo de chicos que participan en terapias y actividades de formación. En el turno de la tarde, el enfoque se centra más en talleres prácticos, como informática y musicoterapia, y en un programa de formación laboral que busca la integración al mercado de trabajo de los participantes.

Cambiar la vida de 143 personas

"La principal finalidad de la Fundación Caná es fomentar la autonomía de las personas con discapacidad y mejorar su calidad de vida. Para nosotros es crucial que cada uno de los beneficiarios tenga la oportunidad de desarrollar sus capacidades y, en la medida de lo posible, conseguir un empleo", comenta Sola. Esta visión integral ha permitido que muchos de los jóvenes que participan en los programas de la fundación se acerquen cada vez más a una vida independiente.

Uno de los pilares fundamentales de la Fundación Caná es la estrecha colaboración con las familias de los beneficiarios. "Nos volcamos con las familias. Ellos son una parte esencial en la vida de los chicos, y nosotros estamos aquí para apoyarlos en todo lo que necesiten", señala Ismael Sola. La fundación no solo se dedica a mejorar la vida de los beneficiarios, sino también a proporcionar a las familias los recursos y el apoyo que requieren para afrontar el día a día.

      
             
      

Además, la Fundación Caná ha conseguido un respaldo importante de la comunidad, especialmente en Pozuelo de Alarcón, donde el centro ha sido apoyado por los comercios locales y ha recibido subvenciones de las administraciones públicas. Sin embargo, a pesar de las dificultades económicas, la fundación nunca ha dejado de recibir el apoyo de la Iglesia de Santa María de Caná, que inicialmente les permitió utilizar los salones de su iglesia. Gracias a esta ayuda, la Fundación Caná pudo construir un centro propio que hoy es el hogar de más de un centenar de personas con discapacidad.

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Los miembros de la Fundación Caná

Lo que comenzó en los salones de una iglesia hace más de una década, ha crecido hasta convertirse en una de las iniciativas más emblemáticas en Madrid para la inclusión de personas con discapacidad. "Gracias a la parroquia, hemos podido construir el centro que hoy tenemos, un lugar donde podemos realizar todos nuestros servicios con mayor calidad", comenta Sola, destacando también la colaboración de Cáritas, que financia becas para chicos que necesitan apoyo económico para asistir a la fundación.

Consigue que una parroquia de Madrid se quede pequeña

Hoy, la Fundación Caná no solo es un referente en la integración de personas con discapacidad en el mercado laboral, sino también en la lucha por la inclusión social. La comunidad local y las familias han jugado un papel fundamental en este proceso, y el ejemplo de esta fundación demuestra que, cuando las instituciones y la sociedad se vuelcan en una causa, los resultados pueden ser realmente transformadores.

      
             
      

El caso de Ramón, como tantos otros en la Fundación Caná, es un testimonio de la importancia de crear espacios donde las personas con discapacidad puedan desarrollarse, aprender y encontrar su lugar en la sociedad. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, los profesionales y las familias que apoyan este proyecto están convencidos de que el futuro es prometedor.