Pillan a un joven marroquí en Ceuta intentando entrar y ocho años después ayuda a otros en su país: "En una caravana"

Mohamed Benazi escapó varias veces del centro de acogida en el que ingresó, regresó a Marruecos cuando pudo y se convirtió en voluntario de las hermanas de Calcuta

José Manuel Nieto

Publicado el

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La vida de Mohamed Benazi, un joven originario de Tetuán, Marruecos, es un claro ejemplo de superación y transformación personal. A los 15 años, como muchos otros jóvenes en su país, Mohamed soñaba con un futuro mejor. Movido por la esperanza de una vida diferente, decidió embarcarse en un viaje hacia España en busca de oportunidades. Junto a otros chicos, logró atravesar la frontera y llegar a Ceuta, en donde sus planes de futuro se vieron truncados de manera inesperada.

Al intentar atravesar la frontera hacia la península ibérica, Mohamed fue detenido por la policía en el control de seguridad. Esto marcó el inicio de su dura experiencia en España. Tras ser ingresado en un centro de acogida para menores, Mohamed trató en varias ocasiones de escapar. La vida en el centro no era fácil, y el joven marroquí pasó varios meses viviendo en la calle, intentando sobrevivir en la ciudad autónoma.

Durante este tiempo, Mohamed aprendió de manera autodidacta a hablar español, enfrentándose a una realidad muy distinta a la que había imaginado. "Nunca he ido a un colegio español ni he estudiado español en un colegio", explica con una mirada nostálgica. Pero a pesar de las dificultades, Mohamed continuó adelante. Para poder ganar algo de dinero, alquilaba bicicletas en Ceuta y volvía a Tetuán, donde también vivió una temporada.

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Valla perimetral en el pueblo de Benzu que separa el enclave español de Ceuta y Marruecos, con el estrecho de Gibraltar al fondo

Fue en Tetuán donde conoció a las Hermanas de la Caridad, las religiosas de la orden de las hermanas de Calcuta. La labor de estas mujeres le impresionó profundamente, y fue allí donde decidió comenzar a trabajar como voluntario.

Pillan a un joven marroquí

La experiencia de ayudar a chicos en situación de calle le dio un nuevo propósito y le permitió entender de primera mano los retos a los que se enfrentan los más vulnerables. Mohamed, en ese momento, ya había dejado atrás su vida de supervivencia individualista y comenzó a enfocarse en el bienestar de los demás.

Hoy, con 24 años, Mohamed es un referente en la comunidad de Tánger, donde trabaja como educador en el Centro de Solidaridad El Faro. Este centro, perteneciente a la diócesis de Tánger, se dedica a ayudar a menores en situación de calle, chicos de entre 11 y 16 años que han caído en el consumo de disolventes y otras sustancias. 

      
             
      

"El disolvente es un producto de petróleo que te da como felicidad, te quita el hambre y el miedo", explica Mohamed sobre los riesgos que enfrentan estos chicos, que suelen comenzar a consumir estas sustancias por la presión de los grupos de mayores.

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Vista de la valla que separa Ceuta (España) de Marruecos. Tras la valla se ve el pueblo de Belyounech (Marruecos) y la montaña de Jebel Musa

El Centro de El Faro ofrece a estos menores un espacio seguro donde pueden aprender, jugar y recibir apoyo psicológico. Las actividades del centro incluyen clases de lectura y escritura, terapia individual, deportes y, sobre todo, un refugio temporal de la calle, donde los jóvenes pueden estar sin la amenaza constante de la violencia y el abuso. "Cuando los chicos están con nosotros, no consumen", dice Mohamed con firmeza, destacando que la conciencia de lo que hacen les llega cuando están fuera del círculo vicioso de la calle.

Ocho años después ayuda a otros

Sin embargo, el trabajo de El Faro no termina al final de la jornada. El mayor desafío sigue siendo el regreso de los chicos a la calle, donde la falta de recursos y el consumo de drogas siguen siendo una amenaza. Para contrarrestar esto, el centro está trabajando en la habilitación de una antigua casa de religiosas para convertirla en un hogar donde estos jóvenes puedan vivir de forma estable.

      
             
      

La historia de Mohamed Benazi es un testimonio de cómo el sufrimiento personal puede transformarse en una fuerza positiva para ayudar a otros. Desde su vida en la calle hasta su labor altruista como educador, Mohamed demuestra que, a pesar de las dificultades, siempre hay una oportunidad para cambiar, crecer y contribuir a mejorar la vida de los demás.