La preocupante reflexión de una experta en televisión por lo que sucede en el entorno familiar: "Es imposible"

María José Olesti, directora general de la fundación The Family Watch, ha elaborado un informe en el que analiza comportamientos y señala un problema que han localizado

Redacción Poniendo Las Calles

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En un contexto donde las pantallas dominan la vida cotidiana, el concepto de "ver la televisión en familia" se ha transformado profundamente. Así lo ha destacado María José Olesti, directora de la Fundación The Family Watch, en un reciente estudio sobre los hábitos de consumo de contenido audiovisual por parte de adolescentes y jóvenes en 2023. Durante su intervención en Poniendo las Calles, Olesti alertó sobre cómo la digitalización y las plataformas de streaming han alterado no solo los hábitos de entretenimiento, sino también las dinámicas familiares.

Uno de los puntos más preocupantes que Olesti subraya es la dificultad de reunir a la familia frente a una pantalla, un ritual que antaño servía para estrechar los lazos familiares. Según la experta, el consumo de contenidos audiovisuales se ha fragmentado, tanto que “tratar de ver algún programa o pasar juntos un espacio de tiempo visualizando algún programa es prácticamente imposible". 

Esta afirmación resalta una realidad que muchas familias ya viven: la individualización del consumo. Los adolescentes y jóvenes prefieren consumir series y películas por su cuenta, utilizando dispositivos como smartphones y smart TVs, dejando atrás las tradicionales sesiones familiares frente al televisor.

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Familia viendo televisión juntos en la sala de estar

El estudio realizado por The Family Watch revela que las plataformas de streaming, como Netflix, son el segundo canal de consumo más importante para los jóvenes, después de las redes sociales. Un dato relevante es que los adolescentes consumen, en promedio, dos horas diarias de contenidos audiovisuales, muchas veces a través de un "binge-watching" o maratón de episodios. 

Lo que sucede en el entorno familiar

Además, la "generación Z" se caracteriza por su impaciencia y la búsqueda de inmediatez: prefieren series cortas de no más de 40 minutos, disponibles bajo demanda. Sin embargo, más allá de las preferencias de consumo, lo que verdaderamente preocupa a Olesti es la desaparición de la televisión como espacio común dentro del hogar.

El cambio en los hábitos de consumo ha generado una desconexión entre padres e hijos, quienes ya no comparten el mismo espacio para disfrutar del entretenimiento. En lugar de usar la televisión como una herramienta de unión, ahora se ha convertido en un obstáculo que distorsiona la relación familiar. Olesti hace énfasis en que esto afecta, no solo a la comunicación entre generaciones, sino también al papel educativo que la televisión podía tener dentro del hogar. Los padres ya no tienen el mismo control sobre lo que sus hijos ven, lo que dificulta el ejercicio de supervisión y la transmisión de valores a través de los contenidos visuales.

      
             
      

Este fenómeno es especialmente preocupante en una época de desarrollo crucial para los jóvenes, quienes, al estar inmersos en la era digital, son vulnerables a los mensajes y valores que consumen sin una orientación adecuada. Olesti destaca que las series y películas actuales a menudo presentan representaciones de la familia distorsionadas o incluso problemáticas, lo que puede afectar la percepción de los jóvenes sobre las relaciones familiares. Además, la sobreexposición a temas como la salud mental, el consumo de sustancias y las expectativas irreales sobre el cuerpo y la sexualidad están generando un impacto negativo en su desarrollo psicoafectivo.

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Familia viendo televisión en la sala de estar

En este contexto, el informe también revela que, a pesar de la digitalización, los jóvenes siguen valorando la familia como la institución más importante en sus vidas. Sin embargo, la falta de referentes familiares en los contenidos audiovisuales, así como la ausencia de modelos saludables en la pantalla, genera una desconexión entre lo que los jóvenes ven en las series y lo que viven en su día a día. Este desfase de expectativas puede contribuir a la confusión emocional y el malestar entre los adolescentes.

"Es imposible"

Finalmente, María José Olesti hace un llamado a los padres y a las autoridades para que se priorice la protección y educación de los jóvenes en el entorno digital. Recalca la importancia de apostar por la familia como un eje fundamental para el desarrollo personal y social, y sugiere que, a pesar de los desafíos, es esencial que los padres se conviertan nuevamente en los principales educadores de sus hijos. La familia, concluye Olesti, sigue siendo el núcleo de apoyo, y es vital que los jóvenes encuentren en ella un refugio y una guía en medio del caos mediático.

      
             
      

Este estudio no solo revela las nuevas dinámicas de consumo, sino también la urgencia de volver a vincular el entretenimiento con la convivencia familiar. La reflexión de Olesti invita a los padres a repensar cómo gestionar el consumo de contenido digital, para recuperar el espacio de la televisión como un medio de unión y aprendizaje, y así fortalecer las relaciones dentro del hogar.