Una psicóloga da la clave para diferenciar la tristeza de un trastorno típico del invierno: "Deprimidos y con ansiedad"
Los estudios indican que hay una correlación directa entre momento del año del invierno, de frío, de poca luz, con un estado de ánimo más bajo
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La llegada del invierno, con su frío y sus cortos días, tiene un impacto directo sobre nuestro estado de ánimo. Muchas personas experimentan una sensación de tristeza, cansancio o desmotivación durante esta época, y es fácil caer en la tentación de atribuir estos sentimientos a la simple "melancolía invernal". Sin embargo, como explica la psicóloga Macu Gortázar-Ibáñez de la Cadiniere, la clave para comprender esta tristeza está en saber diferenciarla de un trastorno afectivo estacional (TAE), un fenómeno mucho más complejo y recurrente, que se manifiesta con síntomas específicos y que tiene una estrecha relación con las estaciones del año.
En una reciente intervención en Poniendo las Calles, programa de la Cadena Ser, Macu Gortázar-Ibáñez profundizó sobre cómo el frío y la falta de luz solar en invierno pueden afectar tanto nuestro cuerpo como nuestra mente. Según la experta, los estudios científicos han demostrado que existe una correlación directa entre la temporada de invierno y la prevalencia de trastornos depresivos, especialmente en lugares con menos horas de luz solar.
"El cuerpo se autorregula utilizando elementos externos, y uno de los más importantes es la luz", explica Gortázar-Ibáñez. En invierno, las horas de luz se reducen drásticamente, lo que provoca un desequilibrio en nuestro ritmo circadiano, afectando nuestra energía y motivación. La falta de luz actúa como una señal para nuestro organismo de que es hora de descansar, lo que lleva a una sensación de cansancio y desánimo.
Este fenómeno no es exclusivo de España, como señala la psicóloga. En países del norte de Europa, donde los inviernos son más largos y la luz es escasa durante gran parte del día, la prevalencia de la depresión estacional es más alta. En estos lugares, el frío y la oscuridad provocan que las personas se sientan más fatigadas, menos activas y, a menudo, recurran a comportamientos que no ayudan, como el consumo excesivo de alcohol o drogas.
Tristeza o trastorno afectivo estacional
La diferencia entre una tristeza pasajera y un trastorno afectivo estacional (TAE) puede ser difícil de identificar. Sin embargo, como explica la psicóloga, la clave está en la regularidad y la intensidad de los síntomas. Mientras que una persona puede sentirse triste o apática durante los meses fríos sin que esto sea necesariamente un trastorno, aquellos que padecen TAE experimentan síntomas mucho más marcados y recurrentes.
El TAE se caracteriza por episodios de depresión que coinciden de manera sistemática con la llegada del invierno. Las personas afectadas suelen experimentar una sensación de agotamiento extremo, poca energía, dificultad para concentrarse y una pérdida general de interés en actividades cotidianas. Además, los síntomas tienden a desaparecer cuando la primavera llega, lo que refuerza la idea de que el trastorno tiene una relación directa con las estaciones. En algunos casos, la ansiedad se suma a la depresión, lo que agrava el cuadro clínico.
"El trastorno afectivo estacional es una depresión que se activa con los cambios de estación, especialmente con la reducción de la luz solar", explica Macu. "Lo que vemos en estos casos es una persona que, de forma recurrente, experimenta tristeza, fatiga, y ansiedad durante los meses más oscuros, pero que mejora notablemente cuando el sol comienza a brillar más".
Al igual que otros trastornos depresivos, el TAE tiene una base genética que puede predisponer a algunas personas a sufrirlo con mayor frecuencia. La psicóloga señala que si un miembro de la familia tiene antecedentes de depresión, existe una mayor probabilidad de que otros también puedan desarrollar síntomas depresivos relacionados con las estaciones. Sin embargo, no solo lo genético juega un papel: los factores ambientales y las vivencias personales también influyen.
La clave
Macu también hace referencia al "modelo aprendido". Si una persona crece en un ambiente en el que los modelos a seguir son pesimistas o tienen una visión negativa de la vida, es más probable que adopte esos patrones y se vea afectada por el TAE cuando lleguen los meses más oscuros.
Aunque el invierno no tiene por qué ser sinónimo de depresión, Macu Gortázar-Ibáñez ofrece algunas recomendaciones prácticas para mitigar los efectos de la tristeza estacional. La clave está en aceptar que el frío y la falta de luz pueden influir en nuestro estado emocional, pero no necesariamente deben llevarnos a la inactividad o la desesperanza.