El lugar mágico de España que hizo que un hombre lo dejara todo y que puedes visitar: "No se puede pedir más"

Pedro Madera nos cuenta en Poniendo Las Calles los mejores destinos del interior de España para que este verano podamos descansar y no pasemos mucho calor en el intento

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El lugar mágico de España que hizo que un hombre lo dejara todo y que puedes visitar

Redacción Poniendo Las Calles

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Cuando pensamos en el verano, es inevitable caer en los tópicos de playa, bañador, nevera azul y, sobre todo, mucho calor. Sin embargo, Pedro Madera ha venido como cada jueves a Poniendo las Calles para darnos destinos alternativos para disfrutar el verano: "Hay sitios maravillosos en España, ojo, y de precio muy razonable". Además, nos recomienda lugares que nos van a permitir estar a salvo de las altas temperaturas que no te dejan dormir.

Para dormir con mantita

En la provincia de Soria, como dice Pedro Madera, "hemos hablado del concurso del mejor chorizo del mundo, del mejor torrezno del mundo y, ahora en verano, la mejor temperatura del mundo". Según su experiencia, pudo disfrutar de un hostalito por la zona que le costó menos de 50 euros y en el que el calor no fue un problema, no con los 18 grados de los que disfrutó a las 21: "Un momento mágico, es el típico lugar que tenemos que buscar". Entre otros destinos por la provincia, nos envía a Molinos de Duero para poder disfrutar de un baño en el arroyo o en Covaleda, un sitio " famoso por las setas en otoño, pero que se pueden comprar ahora deshidratadas".

Los hostales, explica Pedro Madera, ofrecen "otro aire más familiar, más recogido, además son más baratos... También es una manera de acercarse y convivir con la gente de los pueblos". Destaca la calidad y el trato que recibe. Además, como no podía ser de otra manera, un destino convence mucho por el estómago, por eso: "En sitios como este, encuentras un menú del día que te ofrecen para comer o cenar por 15/18 euros y te ofrecen un buen plato de cuchara, una buena ensalada o un secreto a la plancha". Solo con saber esto ya escuchamos dos rugidos: el de nuestro cuerpo por el hambre y el del motor del coche, listo para poner rumbo a la zona.

Además, una de las cosas que maravillan a Pedro Madera es el producto que encuentras y que no solo puedes probar, sino que también puedes ir el paisano a recoger. "No hay precio que pague la experiencia de tomar, por ejemplo, esos tomates recién recogido. "

La "Autopista del Cordero"

Fuera de Soria, pero cerca de Madrid, hay que parar en Segovia. "Tiene una integración de todo, de cultura, pueblos bonitos y espacios naturales maravillos". La carretera N-110 es la que Madera denomina la "Autopista del Cordero", esta atraviesa desde Soria hasta Plasencia. "Tenemos la sierra de guadarrama y aparecen pueblos estupendos, algunos más conocidos como Pedraza, Riaza, Sepúlveda, pero también aparecen otros más pequeñitos y muy agradables como Madrona y estoy hablando de sitios mágicos como Valsaín, un sitio donde siempre ha veraneado la nobleza y la aristocracia y por eso tiene una arquitectura civil maravillosa".

Uno de los motivos para elegir estos lugares para descansar es, precisamente, poder descansar. La conexión con la naturaleza permite desconectar del día a día y conectar con nosotros mismos y lo que nos rodea. "El que practica este tipo de turismo es muy responsable, recoge todo lo que lleva, incluso si se puede, déjalo un poco mejor de lo que lo has encontrado. Es una sensación de paz, de frescor mental".

La paz de la zona incluso pone nerviosa a la gente por no ver a nadie más." Te preguntan '¿Dónde vamos?' Vamos a disfrutar del entorno". Y es que Pedro Madera tiene claro que hay lugares idílicos en Soria, Segovia y Lérida, pero también en Asturias y Cantabria, donde encuentras sitios en los que "parece que hasta las vacas están puestas para la foto perfecta".

La nueva vida de Francesc

Hace unos días, Pedro Madera estuvo en la Sierra del Cadí, en el norte de Lérida. Hay pueblos estupendos. Francesc vivía en el centro de Barcelona y decidió dejarlo todo para mudarse al campo y vivir criando un rebaño de cabras. Ahora es feliz con sus cabras y sus quesos, que destacan por su calidad. "No te digo que todo el mundo tenga que ser cabrero, pero esa tranquilidad que te da el bosque que limpia los pastos, que tiene un trabajo honrado, que tiene su propia producción y que te transmite una paz y, sobre todo, fresquito, barato, razonable, no se puede pedir más." Y como él, muchas más personas que viven en pueblos así disfrutando de la gastronomía local, de calidad, y de unas temperaturas agradables en verano.

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