Antonio lucha por reabrir el caso de la muerte de su hija de 3 años: “La secuestraron y la asesinaron”
Lucía fue hallada sin vida en las vías del tren en julio de 2017
Madrid - Publicado el - Actualizado
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En apenas unos días, el 27 de julio, se cumplirán dos años de la muerte de Lucía, la pequeña de tres años que fue hallada sin vida entre los raíles de la vía cercana a la estación de tren de la localidad malagueña de Pizarra. Tanto las circunstancias que rodearon su muerte como su desaparición horas antes del hallazgo, están repletas de incógnitas. No obstante, la Audiencia Provincial de Málaga archivó el caso en junio de 2018, dos meses después de que el fiscal lo pidiera, por considerar agotada la investigación tras las numerosas diligencias realizadas para esclarecer los hechos.
Una de las grandes incógnitas es cómo pudo la menor, pese a su corta edad, caminar sola por las vías, en medio de la noche, los cuatro kilómetros que separaban el bar de la estación de Pizarra donde cenaban sus padres hasta donde fue localizada horas más tarde. Sus padres, Antonio y Almudena, sostienen que la pequeña era incapaz de hacer ese recorrido sin ayuda. Las últimas imágenes de las cámaras de la estación solo mostraban a Lucía, pero los tiempos que se manejaron, con su padre y su tío corriendo por la zona a los pocos minutos, dan fuerza a la creencia de los progenitores. Para Antonio, detrás de la desaparición hay una tercera persona: “Lo mantengo desde la primera noche. A mi hija se la llevaron. Ni la aplastó el tren ni deambuló sola por la vía.”
Ante estos interrogantes, los padres se siguen movilizando para reclamar que se reabra la investigación. Para ello, iniciaron una recogida de firmas que presentarán en el Congreso de los Diputados: “Hemos recogido de momento unas 90 mil firmas. El tiempo sigue pasando, y dos años después no sacamos nada en claro. Estamos desesperados, no sabemos a quien acudir. Hemos hablado incluso con ministros que de boquilla nos apoyan, pero a la hora de la verdad ni nos cogen el teléfono.”
Antonio ha reiterado que no se creen la versión oficial de los hechos que recoge la Guardia Civil: “En el informe se decía que mi hija murió a las 06:45h de la mañana como consecuencia del arrollamiento del tren, es decir, ocho horas después de que estuviera cenando la noche anterior. En la autopsia se percibe como en su estómago había comida y su vejiga estaba recubierta de pipí. Lo normal es que ocho horas después de cenar ya hubiera hecho. de sobra, la digestión. Había comida porque murió mucho antes de lo que dictan los documentos oficiales. Y eso no lo digo yo, lo confirman los forenses externos a los que recurrimos.”
El padre de Lucía ha añadido que no es posible que muriera como consecuencia del choque del tren: “Ni siquiera hallaron restos biológicos de mi hija bajo los raíles, como sangre, pellejos o pelos. A mi hija la arrojaron a la vía ya fallecida. El motivo no lo sé. Quizás fue un accidente de tráfico y, por la desesperación del conductor, decidió quitársela del medio arrojándola a los raíles a cuatro kilómetros de la estación donde estábamos cenando. Pero lo que descarto es que mi hija caminara sola tanta distancia. La juez nos toma por tontos si piensa que me voy a tragar que mi hija se echó a dormir en la vía por el cansancio que tenía después de horas caminando.”
Otras de las incógnitas es por qué los trenes funcionaron desde primera hora de la mañana cuando estaba en activo el aviso de la pérdida de una niña en las inmediaciones de la estación. El primer convoy partió en dirección Álora. Según la versión oficial, fue el tren que asestó el golpe mortal a Lucía. Antonio sigue sin comprender a día de hoy por qué comenzaron a funcionar los trenes y quien dio la orden: “La Guardia Civil le echó el marrón a ADIF, ADIF a la Guardia Civil, otros al forense, otros al juez... El maquinista dijo en su momento que el tren cumplió con el itinerario habitual porque no le dieron instrucciones de alterar los horarios.”
La familia espera que algún día se de respuesta a tantas preguntas. Mientras tanto, su vida continúa siendo un infierno: “Cada día notamos más su ausencia. Vamos a remover cielo y tierra para llegar hasta el final del caso. Almudena lo lleva fatal. Cuando regresa a casa del trabajo, cierra las persianas, coge las fotos y se echa a llorar. Hemos recibido apoyo psicológico, pero es inútil. Ya nada tiene sentido para nosotros. Nunca más podremos tener a nuestra hija.”