¿Por qué es la Cuaresma una oportunidad para la conversión y volver nuestra mirada a Dios?

El periodista y sacerdote Josetxo Vera da las claves en 'Siempre aprendiendo' para vivir este periodo de Cuaresma mirando a nuestro corazón para lograr la conversión

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¿Por qué es la Cuaresma una oportunidad para la conversión y volver nuestra mirada a Dios?

Josetxo Vera

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Ha llegado la Cuaresma, una oportunidad de conversión hasta el Jueves Santo. Muchas veces decimos que la Cuaresma dura cuarenta días porque parece que recoge los cuarenta años en el desierto o el tiempo que pasó Jesús en el desierto en tiempo de oración, de penitencia, de pedir ayuda del Padre. Sin embargo, la Cuaresma dura algo más. Es un tiempo adecuado para frenar lo de fuera y mirar hacia dentro.

En el podcast 'Siempre aprendiendo', el periodista y sacerdote Josetxo Vera explica que es un tiempo de preparación para la gran celebración de los cristianos que es la Pascua, el Misterio salvador, redentor donde Cristo se entrega, derrama su sangre para el perdón de los pecados y recuerda para anunciarnos que todos hemos sido liberados del poder de la muerte. Esa es la fiesta de los cristianos, ser salvados del pecado y de la muerte. Para recordar, para renovar y vivir con profundidad esa alegría pascual nos tenemos que preparar.

Tenemos el corazón un poco agitado, atormentado y herido. Por eso la Cuaresma es tiempo de volver a esa casa interior que es nuestro corazón para ponerlo en marcha, en funcionamiento. Un corazón que a veces se olvida de Dios. Si no lo miramos, se va acumulando suciedad. Necesitamos ordenar nuestro corazón.

No es solo la Cuaresma un tiempo de conversión personal, también lo es en nuestra comunidad cristiana, nuestro grupo de referencia, nuestra parroquia. También hay que vivir el tiempo de Cuaresma en ese campo. El Papa nos pide en Cuaresma una renovación personal y comunitaria.

La conversión es poner lo de dentro hacia afuera. Cambiar de mentalidad. Volver a centrar la mentalidad, el corazón y nuestra cabeza para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radique tanto en el poseer como en el dar. No tanto en acumular como en compartir. Que nuestra vida no busque acumular ideas, bienes, contenidos o poder, sino ponerlo en manos de los demás.

Las buenas obras es el fruto de la conversión. En cuanto se produce la conversión, nuestro interior se hace más accesible al exterior. La Cuaresma es una conversión de nuestro corazón. Ese cambiar por dentro se hace luego visible con frutos de buenas obras. Podemos saber que estamos haciendo una buena Cuaresma si la gente a nuestro lado está agusto.

Las herramientas de la conversión son

Ayuno: la renuncia a todo lo superfluo y todo lo que ata nuestro corazón. Formalmente es un ayuno de comida cuando tienes hambre, sobre todo el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, así como la abstinencia de comer carne los viernes de Cuaresma. Pero lo importante es que la voluntad se imponga al pecado.

Oración: retomar el contacto con Dios, ponerle en nuestra agenda, como acudir a Misa, leer el Evangelio...

Limosna: dar de lo que tenemos. Cuando tenemos que renunciar a parte de nuestra vida para dárselo a los demás. Compartir lo que nos sobra.

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