La respuesta ante la pregunta que todos nos hacemos: ¿Es el coronavirus un castigo de Dios o de la naturaleza?

En el podcast 'Siempre aprendiendo' analizamos esta cuestión y buscando la respuesta

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La respuesta ante la pregunta que todos nos hacemos: ¿Es el coronavirus un castigo de Dios o de la naturaleza?

Josetxo Vera

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Tras 50 días confinados, lo que es un récord para muchos, es momento de pensar de dónde procede el coronavirus, no tanto su origen, sino a las interpretaciones que se han realizado al respecto. Algunos lo ven como un castigo de Dios y, otros, de las naturaleza. ¿Puede ser así? En el podcast 'Siempre aprendiendo', el periodista y sacerdote Josetxo Vera ahonda en esta cuestión.

Y es que parece que siempre buscamos un culpable ante nuestros males. Un alguien inteligente que por descuido, beneficio propio o simplemente por maldad, es responsable de lo que ocurre. Esto parte de la idea de que el hombre es un ser todopoderoso. Ha perdido consciencia de que casi nada está en su mano, de que vive porque es muy afortunado. El hombre se siente muy seguro de todo y, si algo ocurre que afecte a su salud y bienestar, es porque alguien es culpable.

Con la llegada del COVID-19, muchos creen que se trata de un castigo de Dios. Los apocalípticos afirman que el fin del mundo está cerca. Hablan de un castigo divino. Al tiempo, hay gente que dice que es imposible, bajo el argumento de que Dios nos ama.

¿Dios castiga?

Si miramos a la Sagrada Escritura, sabemos que Dios castiga a poblaciones enteras por lo que hacemos. Un ejemplo podría ser la historia de Noé en el primer libro de la Biblia, el Génesis, donde se relatan cuestiones importantes para la Humanidad. Y en este caso, se manifiesta cómo castigará a todos los hombres por la manera en la que se habían corrompido. Al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la Tierra, el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la Tierra y dijo: “Voy a borrar de la superficie de la Tierra al hombre que he hecho”.

Sin embargo, Noé obtuvo el favor del Señor, ya que era un hombre justo e íntegro entre sus contemporáneos. Siguió los caminos de Dios. Por ello, antes de esta destrucción que hace a través del diluvio, Dios le comenta a Noé que va a llegar el final de la criatura pero que él se debe fabricar un arca de madera de ciprés, para salvarse con su familia, porque Noé era un hombre justo.

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La destrucción y el castigo de Dios era solo para los corruptos. Algo parecido ocurre con la destrución de Sodoma y Gomorra. Dios se enfada con los habitantes de la ciudad por su comportamiento, y la destruye. Pero, antes, se compromete con Abraham, que le pregunta a Dios: “Antes de destruir Sodoma, si te encuentras a un grupo de justos, vas a cargarte toda la ciudad? Y Dios le contesta: “Si hubiera justos no destruiría la ciudad”.

Tras esfuerzo de Abraham por salvar la ciudad, el Señor fue a ver la ciudad para aclararse. Allí comprobó que, efectivamente, la ciudad era un desastre y tomó la determinación de destruirla. El Señor manda salir a Lot y a su familia, porque los considera justos. No es un castigo universal, porque salva a los justos.

Estas dos historias nos habla de la destrucción como castigo como consecuencia de la maldad del hombre, pero no es un daño universal, porque salva a Noé y a Lot.

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¿Es el coronavirus un castigo de Dios?

La respuesta es no, porque Dios no castiga a los justos y los afectados por la pandemia ha caido sobre todo el mundo, se ha llevado la vida de personas buenas y malas. No es un castigo de Dios. Lo ha permitido, pero eso es distinto.

Y la segunda pregunta es... ¿dónde está Dios en esta pandemia, cuál es su papel? Dios está involucrado en el bien del hombre, y en esta pandemia también. Sufre con el que sufre, acompañando al que acompaña, sosteniendo a los que sostienen. Dios siempre acompaña al hombre, porque él mismo se hizo de carne y hueso. Los cristianos creemos en un Dios que se hizo hombre, y experimentó de primera mano los sentimientos del hombre, excepto el pecado.

Además, el virus es una oportunidad para replantearnos las cosas. Puede mejorarnos. No vamos a salir mejores personas de manera automática, sino que cambiará a los que se esfuercen por ello. Nos dará oportunidades de cambiar de vida. Nos dará la oportunidad de pensar y ser conscientes de que no somos tan fuertes ni tan poderosos como creíamos. No todo está en nuestras manos. Otra enseñanza es que necesitamos de los demás, que tenemos que cuidar y dejarnos cuidar. Necesitamos amar y sentirnos amarnos.

¿Es el COVID-19 un castigo de la naturaleza?

No es así. La naturaleza no es un sujeto personal con inteligencia o voluntad que premia y castiga. La naturaleza está sometido a unas leyes definidas, No es libre para elegir. Cuando el ser humano rompe el orden de la naturaleza, esta no responde con venganza. Se desordena y trata de volver a su orden, y generalmente lo consigue.

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