Tercer susurro. Así es mi amado, mi amigo
María Magdalena recuerda cómo Jesús les repetía muchas veces que tenían que aprender a mirar en el corazón de la otra persona, entender qué quiere decir cuando no encuentra las palabras, no juzgar sus actos a simple vista. Todo en una persona tiene su razón de ser, decía, hay que entender a las personas y solo se puede hacer desde el corazón. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Más de Susurros de pasión y ternura
Epílogo
María Magdalena es la figura femenina más relevante en los textos evangélicos, por delante de la otra gran María, la Madre de Dios. Fue la primera persona que tuvo la certeza de que Jesús de Nazaret había resucitado. Y, siguiendo el mandato directo de Cristo, de ir a comunicárselo a los demás, nadie la creyó. ¿Cuántas mujeres hoy en el mundo siguen proclamando la resurrección y no son creídas? Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Octavo susurro. Haced esto en memoria mía
Todos habían sentido la resurrección de Jesús. Ahora, juntos podían hacer realidad lo que tantas veces les había dicho y explicado sobre el reino de Dios ese Jesús que sabían vivo. Se situaron en un espacio de la sala y hablaron de cómo empezar a llevar a cabo la misión que Jesús les había encomendado. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Séptimo susurro. Ve y diles
Las mujeres estaban felices. Todas sabían ya que Jesús estaba vivo. ¡Vivo! Se reían recordando anécdotas. Recordando cómo explicaba las parábolas, cómo se divertía cuando celebraban algo, las bromas a Pedro, lo que le gustaba comer… La historia no era pasado. La historia era vida. Nuestra vida. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Sexto susurro. ¡Oh, noche que juntaste Amado con amada!
¿Quién se habrá llevado el cuerpo? ¿Dónde estará? El deseo le juega malas pasadas a María Magdalena. Siente como si se acercara alguien, pero no hay nadie. Viene a su memoria del corazón el día, el amanecer, en el que vio a Jesús por primera vez. Allí, a la puerta de su casa en Magdala, acurrucada sobre ella misma. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros
Quinto susurro. Lo busqué y no lo encontré
María Magdalena acude al sepulcro, pero la losa está quitada. El sepulcro está abierto. ¿Habrá venido alguien a embalsamar su cuerpo? Acelera el paso y entra… ¡No está! El sepulcro está vacío, ¿dónde lo han puesto? Sale a mirar fuera, ¿hay alguien por ahí? ¿Quién se lo ha llevado? Dios, ¿por qué me lo quitas también después de muerto?, se pregunta. Accede a contenidos adicionales en: cope.es/susurros