El emotivismo, un error que nos puede hacer caer en la tentación "de dulcificar demasiado la cruz"

En el pódcast original de COPE Vïa Crucis: meditaciones en las estaciones de la Cruz, Vicente Niño nos explica como esta escena de la Pasión sigue hablando hoy en nuestro tiempo

El emotivismo, un error que nos puede hacer caer en la tentación "de dulcificar demasiado la cruz"

Redacción Religión

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El camino de Jesús con la Cruz, camino de su muerte, es un acontecimiento que no se ancla en el pasado. Ese trayecto, se sigue recorriendo en cada de uno de nosotros y, en esta Semana Santa, a través del pódcast original de COPE 'Vía Crucis. Meditaciones en las estaciones de la Cruz' apreciamos como cada estación tiene su encaje en la actualidad. Y en esta segunda temporada, el dominico Vicente Niño nos invita a reflexionar sobre ello.

“Caemos en la tentación de dulcificar demasiado la cruz con nuestro exceso de emotivismo”

Hemos convertido el signo de la cruz, los dos trazos que señalan hacia todos los puntos, en un signo cultural. Tras dos milenios lo hemos vaciado de carga de signifcado de su origen, que fue instrumento de tortura para los criminales. La hemos dulcificado.

Que el Señor Jesús pase por criminal sigue siendo escandaloso, que el único justo fuese ajusticiado explica el abandono por miedo por los suyos. Es incomprensible y escandaloso. No es posible que nada pueda salvarse así. Hoy seguimos huyendo del escándalo que significa. Caemos en la tentación de dulcificar demasiado la cruz, la rebajamos con nuestro exceso de emotivismo. Estamos llamado a la felicidad y alegría en el Señor, pero no nos atrevemos a acoger el misterio de la lógica de la cruz. Solo desde el fracaso, la agonía o el escándalo podemos dejar a Dios que actúe según su misterio y su propia razón. Solo así no domesticaremos a Dios.

“Morir es abrazarse conscientemente a la muerte en una acción de confianza hacia Dios”

La vida del ser humano está hecha de muchas muertes. La vida nos enfrenta al drama de esa realidad con cada fracaso, frustración o pecado. Cada daño hecho y recibido es una muerte. Debemos morir una y otra vez porque la trama de la existencia es así. Ya se ocupa la realidad de imponernos la muerte de lo que hemos sido.

Pero en nuestra fe sabemos que morir es el paso a otra vida, abrazar otras vidas. No es lo mismo morir que morirse. La condición creyente, y así nos lo enseña la muerte de Cristo, es abrazarse conscientemente a la muerte en una acción de confiaza hacia Dios. La muerte de Jesús es dejar a Dios que actúe, saber que uno no puede más que confiar, que uno ha entregado todo lo que era, hasta la propia vida, por amor a Dios. La muerte en la cruz de Dios nos deja ante el silencio inmenso del que solo puede confiar en Dios.

El grito de Jesús en la muerte es el grito del salmista que se entrega a la voluntad de Dios en un ejercicio de absoluta confianza. La muerte del Señor Jesús, con ese desgarrador grito, es al fin dejar a Dios que actúe. Saber que uno ya nada puede más que confiar.

Cada muerte de nuestra vida, y morir duele, nos deja ante la situación sin aliento de no poder hacer otra cosa más que esperar en Dios. Y confiar en que jamás te abandona.

"Jesús se nos hace físico y real a través del pan y el vino”

Somos cuerpo y necesitamos lo corporal para ser, y eso es un don. María, que dio luz, amamantó y dio vida a Jesús, ahora lo abraza muerto, lo toca inerte, azotado, roto, ensangrentado. El peso en el corazón de la Virgen, el lamento de una madre se hace físico en el contacto. Lo ha sido también para quienes bajaron a Cristo de la cruz.

Nuestra fe necesita de esa medición física del contacto, del abrazo, de la mano, del gesto del sacramento. El cuerpo de Cristo abrazado por su madre, descendido por sus amigos viene a nuestro encuentro en cada Eucaristía. Se nos hace físico y real a través de la Iglesia, en el pan y el vino, en su cuerpo y sangre. La Virgen María abrazando el cuerpo de Jesús nos recueda que nosotros podemos acoger el cuerpo de Jesucristo en el sacramento. Puedes abrazarlo si miramos con los ojos de la fe.

“En el oscuro sepulcro está el centro de lo que ha sido, es y será”

En el oscuro silencio del sepulcro, entre sábanas limpias y mortajas, el tiempo se detiene. Todo lo que alguna vez ha existido, todo lo que existirá, está en ese espacio vacío a oscuras que acoge el cuerpo muerto del Señor. La pasión, la cruz, la muerte, la entrega por amor, allí condensada donde el tiempo se hace espacio y el espacio se vacía, cruza toda la realidad como ondas que se expanden a través de todo lo que pueda llegar a existir, informándolo y conformándolo.

En esa muerte en la cruz están todos los males, las mentiras, las muertes y los males de la humnaidad. La pasión de Jesús no es solo lo que ocurrió en el Jerusalén de hace 2.000 años. Aquel acontecimiento cambió la historia de la humanidad de antes y después, y sigue teniendo su efecto hoy. En ese oscuro Sepulcro está el centro de lo que ha sido, es y será. Ahora solo nos queda esperar.

'Vía Crucis: Meditaciones en las estaciones de la Cruz'

En su apuesta por los pódcast originales, COPE vuelve a ofrecer a sus oyentes una propuesta sonora de calidad. En este caso, se trata de las 14 meditaciones de las que se compone este podcast, narradas por el dominico Vicente Niño, que son como parte de una conversación de hoy día. Son de actualidad, con la convicción de que la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, lo que recorremos en el Vía Crucis, no son tan solo acontecimientos históricos sucedidos hace dos mil años, sino que siguen llegando hasta hoy. Iluminan el presente. Pero más aún. Lo traspasan, lo informan. Cada acontecimiento de hoy tiene los ecos y las huellas del acontecimiento central de la historia humana: la encarnación del Verbo. No son meditaciones estrictamente bíblicas, ni mera recreación espiritual de cada una de las estaciones. Intentan ser reflexión de cómo la experiencia de la Pasión sigue hablando hoy en nuestro tiempo y nuestro mundo.

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