ENCUENTRO DEL PAPA CON EL CLERO GENOVÉS
Francisco pide favorecer la fraternidad sacerdotal
En su intensa visita pastoral a Génova, el segundo encuentro, del Papa Francisco fue en la Catedral de San Lorenzo y lo dedicó a los obispos de la región italiana de Liguria, al clero, a los seminaristas y religiosos de la región, a los colaboradores laicos de la curia y a los representantes de otras confesiones.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Antes de comenzar, el Santo Padre invitó a la oración por las víctimas – 29 muertos, entre ellos algunos niños y 13 heridos - del atentado en Egipto, en el que diez hombres enmascarados acribillaron un autobús, en el que viajaban cristianos coptos, y que se dirigía al monasterio de San Samuel, en la provincia de Minia, en el sur del país:
«Hermanos y hermanas los invito a rezar juntos por nuestros hermanos coptos egipcios que han sido asesinados porque no querían renegar su fe.
Junto a ellos, junto a sus obispos, a mi hermano Tawadros. Los invito a rezar en silencio y luego juntos un Ave María
Y no olvidemos que hoy los mártires cristianos son más numerosos que en los primeros tiempos de la Iglesia».
Así como en el primer encuentro, dedicado al mundo del trabajo, el Obispo de Roma respondió a luego cuatro preguntas.
La primera fue la de Don Andrea Carcasole, sobre cuáles son los criterios para vivir una intensa vida espiritual en el ministerio sacerdotal que tiende a dispersar a los presbíteros, ante la complejidad de la vida moderna y de las tareas, también administrativas.
«No hay otra fórmula que la de imitar el estilo de Jesús para cumplir el ministerio sacerdotal. Encontrar al Padre en la oración y en la gente
Hay que seguir el estilo de Jesús como Pastor, siempre en camino, en medio de la muchedumbre, como dice el Evangelio
El Evangelio distingue muy bien entre los discípulos, la muchedumbre, los doctores de la ley, los saduceos»
El Papa recordó que leyendo los Evangelios podemos ver que Jesús transcurría su tiempo durante el día siempre con la gente, luego en el anochecer se retiraba para rezarle al Padre. Y advirtió que estar en la calle, de prisa, es distinto que estar con la gente:
«Jesús no iba con la prisa del mundo. Nunca estuvo parado, como todos los que caminan, también Jesús estaba expuesto a la dispersión pero no se detenía, así podía encontrar a la gente.
No debemos tener miedo del movimiento y la dispersión de nuestro tiempo. Pero el miedo más grande que hay que tener es el de llevar una vida estática, donde todo está ordenado. Con horarios… de tal hora a tal hora se abre, se reza…»
El Santo Padre puso en guardia contra el ser «un sacerdote estático, que tiene horarios incluso para rezar. Que lo tiene todo organizado, perfecto… Diría que una vida tan estructurada no es una vida cristiana. Quizá ese párroco es buen empresario… pero no es un buen cristiano…»
Y reiteró que «Jesús siempre fue un hombre en camino abierto a las sorpresas de Dios. Sin embargo el sacerdote bien estructurado se pierde la belleza del encuentro con el Señor. Por lo que señaló que «un primer criterio es el de no tener miedo de esta tensión que nos toca vivir, en la calle. Así es el mundo, es un signo de vida de vitalidad. Un papá, una mamá, un educador siempre está expuesto a esta tensión»:
«El encuentro con el Padre es el encuentro con las personas. La mayoría de las personas que Jesús encontraba eran personas con problemas, enfermos, endemoniados. Encuentro con el Padre y encuentro con los hermanos. Todo se debe vivir en la clave del encuentro»
Tú sacerdote te encuentras con Dios, con la gente, no debe haber formalidades rígidas que impidan el encuentro. Por ejemplo la oración, que se puede volver un repetir palabras como un papagayo…. Más bien es mejor estar en silencio para que sea un encuentro y aprender a escuchar lo que dice el Señor. Nunca hacer que prevalezca la prisa ante la gente que quiere hablar con el sacerdote y pedirle consejos…
Encontrar a Jesús en la oración y en la gente, en especial en los más necesitados. Encontrar a Jesús y dejarse cansar por la gente no defender tanto la propia tranquilidad… Y no a los sacerdotes que hablan demasiado de lo que hacen…
El único Salvador es Jesús, no otro. Jesús nunca se ligó a las estructuras, sino a su relación humana con las personas… El Papa invitó a volver a los antiguos criterios de la Iglesia que son ultramodernos
Don Pascuale Revello presentó la segunda pregunta al Papa, sobre cómo vivir mejor la fraternidad sacerdotal.
Yo diría que tiene 20 años menos…dijo el Papa Francisco bromeando sobre la edad del sacerdote que le formuló la pregunta – 81 años - «mi coetáneo», dijo, y destacó que la fraternidad no se cotiza en la bolsa de valores. Es tan difícil… es un trabajo de cada día:
«Es importante la escucha, a escucharse unos a otros, rezar juntos, festejar juntos, y para los sacerdotes más jóvenes jugar juntos a fútbol… los hermanos son una riqueza los unos para los otros, hay que recuperar el sentido de la fraternidad…
Los sacerdotes, los obispos no somos los Señores, el Señor es Jesús, subrayó una vez más el Papa, explicando también que no hay que temer las discusiones o peleas. Porque también las peleas ayudan. Lo importante es no murmurar…»
No a un cura google, Wikipedia que lo sabe todo, pidió también el Papa y lamentó que algunas veces haya calumnias, rumores, competencia, celos envidia:
«Cuando no hay fraternidad sacerdotal, aunque sea una palabra dura diría que hay traición. Se traiciona al hermano…se anda pelando de él… La murmuración y juzgar mal a los hermanos es un mal de los que se mantienen encerrados en sí mismos…»
Cuando hay sacerdotes enfermos físicamente vamos a visitarlos, pero debemos ayudar a los sacerdotes que están enfermos psíquicamente, o moralmente. Rezar por ellos, por los que han caído víctimas de satanás, en lugar de hablar mal de ellos, criticando despellejando.
La tercera pregunta fue la de una religiosa, la Madre Rosangela Sala, presidenta de la sección de Liguria de la Unión de Superioras Mayores de Italia, sobre cómo vivir la consagración con creciente intensidad, en fidelidad al propio carisma, al apostolado y a la diócesis:
«La comunidad diocesana es lo que nos salva de la abstracción, del nominalismo, de una fe algo gnóstica que vuela en el aire. La diócesis es aquella porción del pueblo de Dios que tiene rostro. En la diócesis está el rostro del pueblo de Dios. La diócesis hizo, hace y hará historia. Todos estamos insertados en la diócesis. Y ello nos ayuda para que nuestra fe no sea mera teoría, sino práctica. Y ustedes, las consagradas y los consagrados, son un regalo para la Iglesia, cada carisma es un regalo para la Iglesia universal»
Sin olvidar que los carismas no nacen del aire y que se deben encarnar en lo concreto y ello nos enseña a amar a la gente de forma concreta, el Santo Padre habló también de la importancia de la disponibilidad:
«Disponibilidad a ir donde hay más riesgos, donde haya más necesidad. No cuidarse a sí mismos, sino ir y donar el carisma donde más se necesite. La palabra que uso a menudo es periferias. Pero yo hablo de todas las periferias, no sólo las de la pobreza: todas. También las del pensamiento. Todas».
Y la cuarta pregunta, la del P. Andrea Caruso, capuchino, sobre cómo vivir y afrontar el descenso de vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada:
«Hay un problema demográfico en Italia, estamos bajo cero… Y si no hay chicos y chicas no habrá vocaciones. Era más fácil cuando las familias eran numerosas. Hay un descenso que es también un descenso demográfico. No es la única razón, pero hay que tenerla presente. Es más fácil vivir con un gato o con un perro que con los hijos.
La crisis vocacional es una crisis que interesa a toda la Iglesia, a todas las vocaciones: sacerdotales, religiosas, laicales, matrimoniales… piensen en la vocación al matrimonio, que es tan bella. No se casan, los jóvenes conviven».