Carta del obispo de Lleida: «Los misioneros»

Los misioneros muestran un marcado desprendimiento en sus vidas y un ansia infinita de ayudar a sus hermanos

salvadorgimenez

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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En la celebración del DOMUND de este año quiero poner el acento en las personas que, abandonando la comodidad de su familia y posición social, han marchado a otras tierras para predicar el evangelio de Jesucristo y compartir su vida con gentes de otras culturas. Han pasado de un cierto bienestar a una arriesgada inseguridad. Es cierto que la cercanía y la convivencia con sus nuevos hermanos se convirtió pronto en un amor intenso hacia ellos y en un expreso cariño hacia su cultura. A través de esa inicial actitud los misioneros pretendían darles a conocer a Jesucristo, su verdad, su salvación. Con palabras y también con los gestos y obras ordinarias. Hasta llegar al martirio como queda claro en algunas noticias de hoy mismo en las que dan cuenta de las matanzas de misioneros y cristianos anónimos por parte de grupos radicales de determinados países. A veces da la impresión de no importar en nuestra sociedad la muerte por predicar y vivir el amor de Dios y la fraternidad y la paz que predica Jesucristo. Es llamativo el silencio.

A pesar de lo dicho en el párrafo anterior no disminuye la admiración y el reconocimiento de los misioneros entre nuestras comunidades y sociedad en general. Cuando llegan y viven con nosotros sus comentarios y sus opiniones son motivo de reflexión y de imitación porque ponen en el centro de su actuación el anuncio y el seguimiento de Jesús; muestran un marcado desprendimiento en sus vidas y un ansia infinita de ayudar a sus hermanos.

Me fijo sobre todo en estas personas porque el lema del Domund para este año dice así: “SERÉIS MIS TESTIGOS”, frase que dice el Señor a sus seguidores momentos antes de su Ascensión, como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles (1,8). Es cierto que se refería a todos los cristianos desde su bautismo. Nos compromete a nosotros mismos para ser testigos suyos en nuestro propio entorno. No excluye a nadie. Pero los misioneros son a veces la única presencia de Jesucristo en muchos países y necesitan de nuestras ayudas económicas y de nuestras oraciones.

Me parece importante que todos conozcáis, y leáis detenidamente, los mensajes que el Papa nos dirige a los católicos y personas de buena voluntad en jornadas significativas. Y para el Domund siempre nos ofrece un comentario explicativo.

El papa Francisco divide su Mensaje en tres partes: 1.- La llamada de todos los cristianos a dar testimonio de Cristo. 2.- La actualidad perenne de una misión de evangelización universal y 3.-Dejarse fortalecer y guiar por el Espíritu. Termina con un deseo: “Sí, ojalá todos nosotros fuéramos en la Iglesia lo que ya somos en virtud del bautismo: profetas, testigos y misioneros del Señor”. Que esta referencia sirva para provocar la lectura completa del texto; para los católicos ayuda a comprender mejor la insistencia de este domingo respecto a las misiones. Las Obras Misionales Pontificias y la Delegación Diocesana se encargan de recordarlo a lo largo del año; agradecemos su labor de sensibilizar sobre la Misión y sus llamadas a la colaboración.

Por mi parte me gustaría que estas consideraciones llegaran a todos los rincones de nuestra sociedad como una invitación a cooperar económicamente con las iniciativas de estos misioneros, quienes, además de realizar lo fundamental de su vocación, ayudan en la comida, en la enfermedad, en la enseñanza de tantos hermanos que carecen de un mínimo vital para su desarrollo. Que la admiración y el reconocimiento de los más de diez mil misioneros españoles esparcidos por el mundo se traduzca en una ayuda para que puedan continuar su misión. Ellos lo agradecerán y Dios bendecirá vuestra generosidad.

+ Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida

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