La isla de Bali: playas paradisíacas y… ejemplo mundial de tolerancia religiosa

Los indonesios promueven un estilo de vida basado en la solidaridad y la colaboración. Lo comparten en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

La isla de Bali: playas paradisíacas y… ejemplo mundial de tolerancia religiosa

José María Albalad

Publicado el - Actualizado

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En Indonesia, un país con 265 millones de personas, el 86% de la población se considera musulmana. Sin embargo, en las miles de islas que salpican el océano Índico, conviven varias religiones de un modo ejemplar. Por eso, no extraña que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos haya sido preparada este año –del 18 al 25 de enero– por los cristianos de este pueblo.

La celebración me traslada al mes de mayo de 2017, cuando, al buscar una parroquia junto a mi mujer, descubrimos Puja Mandala, en una de las colinas del sureste de Bali. Allí, sin más ruido que el de cientos de motos –medio de transporte favorito de los balineses–, encontramos cinco templos para cinco religiones. Uno tras otro, pared con pared, sin distancias de seguridad, para favorecer el encuentro entre quienes acuden a la mezquita, a la Iglesia católica, a la protestante, a la ceremonia budista o a la hinduísta. Con esta disposición, los fieles de distintas confesiones pueden saludarse en paz, como hermanos, o volver a casa en un mismo taxi.

A través de la diversidad de grupos étnicos, lenguas y religiones, los indonesios viven de acuerdo al principio de ‘gotong royong’, basado en la solidaridad y colaboración. Esta visión implica compartir en todos los ámbitos de la vida, en el trabajo, el duelo y las fiestas. Justo lo que se reivindica en esta semana especial, porque los cristianos, frente a la corrupción, la codicia y las divisiones, están llamados a dar un testimonio común de justicia que muestre la gracia sanadora de Cristo.

Bali, un pequeño paraíso sobre el Ecuador terrestre, con un clima tropical que fomenta la armonía, muestra al mundo cómo la dimensión trascendente de la persona no puede ser nunca motivo de división y ruptura, sino de concordia. Dios es amor.