Era una cirujana de éxito hasta que decidió ser monja de clausura

En 2012, la vida de Akiko se transformó por completo. Hasta entonces, estuvo trabajando como cirujana y ahora es monja Carmelita Descalza

Era una cirujana de éxito hasta que decidió ser monja de clausura

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Akiko Tamura es madrileña, de padre japonés y madre navarra. Hasta los 37 años trabajó como cirujano torácica en la Clínica de Navarra. Pero a esa edad, su vida cambió drásticamente.

Akiko trabajaba en la prestigiosa Clínica de Navarra, y estuvo realizando prácticas en la Universidad de Harvad y el Hospital de MassachussetsSu vida profesional era un éxito y tenía un brillante futuro por delante. Pero nunca imagino que fuera tan brillante, hasta que un díaconduciendo en su coche, se sintió llamada a ser Carmelita Descalza. Al principio, ella no se lo creyó pues. Por entonces, estaba apasionada por su profesión.

Según sus amigas, era “La reina de la fiesta y los Gin Tonics”, algo muy diferente al prototipo de monja de clausura. Además, ejercía su profesión como cirujana con gran esfuerzo, con una gran vocación tratando de salvar vidas.

¿Cómo se sintió llamada a ser monja de clausura?

Un Jueves Santo, tuvo una sensación realmente impactante. Sintió un fenómeno considerado como: 'La llamada'. Al principio creyó que aquello no podía ser ¿Se estaría equivocando?.

Aquel día, mientras conducía, se encontró con el misterio de la vocación: "Iba en mi coche tan tranquila y, de repente, en medio de mi corazón noté claramente que Dios me permitía ser carmelita descalza. Ni oí voces, ni vi visiones, solo sentí una paz y un amor... bestiales".

En un principio, no le pareció que aquello pudiera ser real. Sin embargo, terminó pensando que Dios la estaba llamando a cambiar de vida: “Soy una persona muy activa, pensé que era lo contrario al prototipo de monja de clausura... aunque yo no me lo creía, existe lo que se conoce como 'llamada', explica Akiko.

Para Akiko, aquello fue su vivencia más radical: “El cambio más radical en mi vida ha sido dejar que Dios la llevase más que yo... me he dedicado a salvar cuerpos y ahora quiero salvar almas”, explicó.

Pasó por un largo proceso interior, discerniendo su vocación. Su familia, la preguntaba:¿Qué vas a hacer en un convento? ¿Perder todo tu talento?. Pero, la joven madrileña estaba segura de que aquello era “el plan de Dios”.

Terminó entrando como Carmelita Descalza en el Convento del Buen Pastor. El 11 de agosto de 2012, finalizaba su carrera médica, comenzando su camino de oración.

Su vida monacal

Desde entonces, Akiko se siente feliz por su vida monacal: “Puedes ser carmelita y ser feliz, puedes estar enterrada y ser feliz, ser libre. Y no lo cambiaría por ningún quirófano, ni por nada en el mundo.

Para Akiko, en su vida se producen milagros y, cada mañana, comprueba que está despierta: “Si dejas que Dios entre en tu vida, se producen milagros. Yo me pellizco cada mañana, para asegurarme de que estoy despierta que estoy despierta, que no es un sueño”.