Testimonio misionero

"En algunos sitios no hay agua, pero te encuentras con móviles de última generación"

“Recuerdo la fe de una señora que perdió en 2 años a su marido, a su padre y a su única hija."

"En algunos sitios no hay agua, pero te encuentras con móviles de última generación"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

“Recuerdo la fe de una señora que perdió en 2 años a su marido, a su padre y a su única hija. Se quedó sola. Yo solo pensaba en la manera de poder animarla para que afrontara aquella prueba de fe. Realmente fue ella la que me levantó a mí el ánimo. Me dejó tan impresionado la manera en la que recibió estas pruebas del Señor, que después de 30 años aún lo tengo muy grabado”. Un testimonio duro pero hermoso. Una de las miles de experiencias que almacenan en su álbum de recuerdos los cientos de misioneros castellano-manchegos que llevan el Evangelio a lo largo y ancho del planeta. Esta vivencia la experimentó el Padre Ángel Floro, perteneciente a la diócesis de Albacete, y que desde hace 53 años se encuentra en Zimbabwe. Hoy es Obispo Emérito de Gokwe.

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Experiencias que generalmente se viven en los países donde la escasez es el día a día, y que por desgracia padece la mayor parte de la población mundial. La otra cara de la moneda es la misionera toledana Teresa Montón, que vivió de cerca la muerte de un bebé que contrajo la malaria en Mozambique: “Estaba en el servicio de urgencias del centro de salud de la región de Nampula, acompañando a uno de los estudiantes que estaban bajo mi responsabilidad. A la misma vez tenían que atender a un bebé que acabó falleciendo por falta de recursos médicos en ese momento”.

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Otros países, por fortuna, parece que van tomando el pulso al progreso. Es el caso de Perú, donde se encuentra el Padre Manuel Mellado, natural de la localidad toledana de Madridejos. Desde hace 13 años es misionero en Moyobamba, en las proximidades de selva profunda, a 600 metros de altura. Asegura que el país ha progresado en este tiempo, aunque define a Perú como el país del contrapunto, donde también ha llegado la globalización: “En muchos sitios no hay agua, los pisos son de tierra, los techos de pajas... pero te encuentras con gente con su teléfono móvil de última generación, su equipo de música, e incluso televisiones de plasma. Es algo que choca.”

Tailandia por su parte es un país de altibajos. Regiones como Isan, tuvo unos años de bonanza gracias a las plantaciones de caucho, que allí pensaban sería la panacea. Luego se hundieron, quedándose sin el precio del caucho ni con los campos de arroz, que anteriormente era el principal sustento. Es una zona pobre, de escasa industria. Allí ha vivido durante más de una década el Padre Luis Miguel, perteneciente a la diócesis de Ciudad Real. Nos confiesa que su experiencia en Isan ha sido maravillosa, pero no exenta de problemas con el idioma, e incluso con la comida: “Cocinaban mucho un tipo de comida que al principio me revolvía el estómago. En una celebración, lo pasé fatal, ya que me tragué mi propio vómito. Luego, un buen día, al ver como se cocinaba el plato lo superé. A partir de ahí, me sentí más dentro de la cultura tailandesa. Ahora creo que es uno de los platos más sabrosos que he probado”.

Y es que la lista de anécdotas son innumerables a la par que curiosas. Es el caso del instituto de formación profesional de Nampula, en Mozambique, que gestionan los Misioneros Combonianos en el que trabaja la Hermana Teresa, donde de los 140 alumnos con los que cuenta el centro, 13 niñas se preparan para ser futuras mecánicas de automóvil. Por lo que nos cuenta la Madre Teresa, los chicos no lo llevan muy bien, dado el machismo social que existe en el país: “Es un paso adelante que las mujeres accedan a profesiones tan masculinizadas. Los chicos lo llevan mal. De hecho, piensan que las mujeres no deberían estudiar.”

Quizá en Tailandia el machismo también esté extendido entre los más pequeños, aunque bastante tienen con sobrevivir. El Padre Luis Miguel nos habla de familias muy desunidas: “Buena parte de los padres de estos chicos trabajan en condiciones infrahumanas en la capital, en Bangkok. Por eso, los hijos están educados sobretodo por las abuelas, ya que se quedan en las zonas rurales. Crecen sin sus padres, aunque pronto aprenden a valerse por si mismos. Se cuecen su arroz, lavan su ropa y sobreviven solos en estas aldeas.”

Con problemas familiares, infidelidades, rupturas de pareja, etc. tiene que lidiar también el Padre Manuel Mellado en Moyobamba, donde ejerce en muchas ocasiones de sacerdote y de psicólogo, siempre desde el Evangelio: “Recuerdo muy bien el caso de una pareja en la que él era infiel a su esposa. Ella estaba desesperada. Un día, trató de coger el coche para tratar de estamparse y quitarse la vida. Esta mujer, supongo que en un momento de lucidez, vino a hablar conmigo. Ambos hicieron cada uno por su lado un retiro de fin de semana, un encuentro con el Señor que les ayudó a cambiar la actitud del uno con el otro, y a saber perdonar. Hoy viven en el amor. Es en estos casos cuando ves el poder de Dios.” Tras narrar la historia, el Padre Mellado hace una reflexión, un tanto resignado: “ En España, muchos hubieran tirado la toalla bajo el pretexto de que la relación ya no funciona y no tiene solución.”

En ocasiones, el choque cultural te puede jugar malas pasadas, incluso te puede costar alguna reprimenda, como le ocurrió al Padre Luis Miguel: “Había ido con los chavales a visitar otras comunidades y llegamos bastante tarde a casa. Cuando bajamos de los coches, les ordené que se fueran corriendo a sus hogares con las familias. En ese momento, el catequista de la comunidad, que estaba presenciando la escena, regañó a los chavales por no haberme dado las gracias. En Tailandia, para dar las gracias se utiliza un signo llevándose las manos a la frente con una ligera inclinación. Yo le quité hierro al asunto, pero el catequista insistió, y me explicó que, los niños tailandeses, están obligados en cualquier circunstancia a ser agradecidos con la autoridad, y me instó a que educase a los chicos como tailandeses, y no como extranjeros”.

Son testimonios de misioneros que, muchas veces, ejercen la labor de corresponsales. Que se lo digan a la Hermana Teresa, que antes de su estancia en Mozambique vivió el estallido de la guerra en la República Centroafricana en el año 2013. El Padre Luis Miguel ha cumplido un ciclo en Tailandia, y se dispone a partir del lunes a iniciar una nueva aventura misionera en Cuba. El Padre Ángel Floro se ha tomado un descanso estos meses en su pueblo natal de Albacete, Ayna, para someterse a una operación de columna, aunque cuenta las horas para regresar a Zimbabwe. Y el Padre Manuel Mellado, cierra la conversación con esta reflexión: "Cuando uno está una semana en misiones, escribe un libro; cuando lleva un mes, una carta pastoral; cuando lleva un año, un artículo; cuando lleva unos años... uno no sabe qué decir.”