La historia del sacerdote mártir que se enfrentó a Hitler defendiendo su fe cristiana
El interrogatorio al que sometieron a este sacerdote en Berlín es un testimonio espectacular de amor a la verdad y a la fe en Jesús
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Hoy, 13 de agosto, la Iglesia recuerda la figura del beato Santiago Gapp, un religioso marianista que fue perseguido por la Gestapo, la implacable policía del régimen nazi que lo persiguió hasta condenarle a muerte. Durante su vida Santiago sintió la incompatibilidad entre la ideología nazi y la fe cristiana y creyó que su deber como religioso era denunciar los errores y la persecución que estaba llevando a cabo el nazismo. Santiago fue condenado a muerte por traición y deshonra pública y murió el 13 de agosto de 1943 decapitado en la cárcel alemana de Plötzensee.
Su llegada a España
Jakob Gapp nació en Austria en 1897 y, tras combatir como soldado durante la I Guerra Mundial en el ejercito austriaco, ingresó en la Compañía de María y fue ordenado sacerdote.
Seguido de cerca por los espías de la Gestapo logró huir a Francia en 1939 y en mayo del mismo año pasó a España donde empezó a ver que los españoles no se daban cuenta de lo que había detrás de la ideología nazi. Residía en Valencia donde daba clases de latín y alemán en el colegio marianista del Pilar y, después de una homilía ante la colonia alemana, colma las iras de la Gestapo. En Valencia, donde celebra la misa dominical para los residentes alemanes, denuncia la incompatibilidad del nazismo con la fe cristiana y les habla claramente de la persecución y de los errores nazis.
La trampa de la Gestapo
La policía, no pudiendo detenerlo en España, montan una sofisticada trampa para llevarlo a la frontera con Francia y allí poder apresarlo. Dos colaboradores de la Gestapo llegan a Valencia dispuestos a ganarse su confianza durante meses haciéndose pasar por judíos perseguidos. El padre Gapp accede a catequizarlos. Durante varios meses los “catequiza”. Ganada su confianza, ellos le proponen un viaje al norte, a San Sebastián, donde tienen amigos. Pero le hacen pasar a Hendaya, a la Francia ocupada. Al aparcar el coche, se acercan dos personas, los falsos “amigos”, que le detienen inmediatamente. Son dos agentes de la Gestapo que ya han conseguido su captura. De Hendaya le trasladan a Berlín.
El 26 de enero de 1943, en la sede central de la Gestapo de Berlín, un funcionario nazi interroga largamente a Santiago Gapp, acusado de traición. El funcionario quiere llevar las cosas al terreno político, pero el sacerdote insiste en el aspecto religioso: “No soy traidor a mi patria. La amo como Dios quiere que la ame. Por eso para defender la religión católica y la fe de mi pueblo, no tengo más remedio que denunciar el nacionalsocialismo como incompatible con la fe…”
El largo interrogatorio de los nazis a Santiago Gapp
El interrogatorio al que lo sometieron en Berlín es un testimonio espectacular de amor a la verdad y a la fe en Jesús. Al leer las 30 páginas de interrogatorio Himmler exclamó: “Con un millón de hombres como Gapp, pero de nuestra ideología, dominaríamos el mundo”.
En una carta a sus familiares desde la prisión berlinesa de Plötzensee, horas antes de su ejecución, Gapp les decía sus últimas palabras: "Me han condenado a muerte el 2 de Julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde, iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte. Tened ánimo, y soportadlo todo por amor a Dios, para que nos podamos volver a encontrar en el cielo».
La Iglesia le declaró beato el 24 de noviembre de 1996, fiesta de Cristo Rey, lo cual nos permite asegurar con certeza desde la fe que la gracia de Dios actuó en él de una forma sobreabundante.