Un colegio sencillo y pobre, un nuevo David derrota al Goliat del Gobierno
El Arzobispo de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares, ha publicado su carta semanal en la que reivindica la labor del Colegio parroquial Diocesano 'Santiago Apóstol'
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La semana pasada se hizo pública la concesión de varios premios al Colegio parroquial Diocesano “Santiago Apóstol”, de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, del barrio portuario del Cabanyal, uno de los barrios más pobres y deprimidos de Valencia. Los premios provienen de la Fundación ATRESMEDIA, de la fundación “LA CAIXA”, de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y la Fundación ORANGE; el Jurado estaba compuesto por expertos del ámbito educativo, pedagógico, empresarial y tecnológico, hasta un total de 18.
El 80 % del alumnado de este Colegio es de integración, perteneciente a familias pobres, emigrantes, algunas desestructuradas, en riesgos de ser desprovistas de sus humildes viviendas. Estos alumnos reciben toda clase de atenciones; por ejemplo en un día ordinario; son duchados, lavados, cambiada la ropa y lavada; cada jornada antes de comenzar las actividades propiamente escolares; se les da a todos el desayuno, comida y merienda –y ahora incluso cena en una bolsa para llevar a casa–.
Sus padres son alfabetizados, al mismo tiempo que sus hijos reciben sus clases: las madres y los padres son preparados para el carnet de conducir, padres y madres son formados en las tareas de preparar adecuadamente la comida, cuidar de los hijos enfermos, disponer la ropa; padres y madres son formados en la tarea educativa, e higiénica y en la utilización de ordenadores y aparatos digitales; a los padres y madres se les ayuda en la petición de hora en el médico, cuando lo necesitan, o cuando haya que acompañarlos a las oficinas laborales, o escribirles cartas etc. etc.
Es decir hijos y padres están recibiendo, por parte del Colegio una formación y una ayuda adecuada para la vida. Algo que suele ser inusual; y algo que tampoco se ve en otros colegios es que, en tiempos de vacaciones de verano, los niños del Colegio y algunos de otros colegios van al Colegio todos los días, y son atendidos con actividades lúdicas, deportivas y recreativas, unidas a actividades escolares de repaso o de recuperación, propias de las vacaciones; reciben todos los días el desayuno, la comida, y la merienda, y los cuidados higiénicos correspondientes; y lo mismo sucede en Navidades y Semana Santa y Pascua: son los maestros y profesores del Centro quienes les atienden y algunos colaboradores que vienen de fuera, por ejemplo de la Universidad Católica, o alumnos de la misma Universidad, voluntarios y en prácticas.
Llegados a ciertas edades también reciben una formación profesional en diversas ramas, a través de la Fundación educativa “Marcelino Olaechea”, y la Universidad Católica intenta que puedan alcanzar el primer y segundo grado y aun el superior. La mayoría obtienen el graduado escolar, y algunos pasan, en otro Colegio diocesano de Nazaret, a la Enseñanza Media, con posibilidad de pasar después a la Universidad. El Colegio no tiene dinero, es alimentado por la Iglesia diocesana, si necesita hacer obras o adquisiciones es la Iglesia Diocesana; en el tiempo de confinamiento los alumnos y familias han necesitado de ordenadores y otros instrumentos digitales y el Colegio se los ha proporcionado.
Este es un Colegio, uno más de los destacados “colegios privados”, a los que el Gobierno discrimina, excluye y margina ahora, al margen de toda equidad y justicia, en la distribución económica de la Reconstrucción por la Pandemia, y a los que la Propuesta legislativa sobre educación que está en trámites parlamentarios, ataca, vulnera y quiere destruir o suprimir de hecho, dictatorialmente.
Puedo garantizar que, respetando lo mucho y bueno que hacen Colegios estatales, mal llamados abusivamente públicos –porque también son “públicos” los de iniciativa social–, no he encontrado, ni un solo Colegio al menos en la Comunidad Autónoma de Valencia, y lo mismo en toda España, que haga lo que he narrado sumariamente que hace este Colegio “Santiago Apóstol” del Cabanyal. Pero es que la calidad educativa es muy alta, en general, educa a la persona, educa para la convivencia, educa en el respeto, en el compartir, en la equidad y la justicia, una sociedad de hermanos, capaces de dialogar y de colaborar, educa a las familias y en familia, cuenta con los padres y colabora con ellos en la educación de sus hijos; en él se ofrece una verdadera y auténtica educación integral.
Y que a este Colegio y otros que están en la red de Colegios Concertados diocesanos, primos hermanos y casi gemelos del descrito, el Gobierno presidido por D. Pedro Sánchez, D. Pablo Iglesias y la Señora Ministra excluyan del Plan de Reconstrucción, es una discriminación flagrante que constituye un auténtico “crimen” –esto sí que lo es–. En realidad esto, la discriminación y exclusión en la reestructuración económica por la Pandemia, es indignante e intolerable.
Añado, además, ¿cómo puede dictar normas para la educación un Gobierno que comete tales tropelías, que engendra tal división, discriminación, enfrentamiento y exclusión, lo contrario de la educación? ¿Se educa así? ¿Tiene autoridad moral un Gobierno para dictar una Propuesta como la que se propone? Este Colegio, y otros muchos, enseñan más y educan mejor que la no sostenible Propuesta de Ley, que aún están a tiempo de cambiarla.
Un día en este Colegio, y en otros de su estilo –con toda humildad y verdad hay que decirlo–, valen más educativamente que la Propuesta que se quiere aprobar e imponer; conocer y aprender de lo que hace este pobre y humilde Colegio enseña más que lo que defiende esta Propuesta. Así de claro: Educa la persona, educa para el bien común, educa con la familia, educa en el sentido de la vida, educa en el encuentro interreligioso, educa en una apertura a Dios, educa en libertad, educa en el amor. Y, además, no desfigura la conciencia de los menores como pudiera ocurrir en su día con una enseñanza o un sistema de enseñanza derivado de esa Propuesta.
Para finalizar: mis felicitaciones a este Colegio por premios tan merecidos, mi agradecimiento por lo que hace y por el modelo y alternativa educativa que ofrece, también al resto de los colegios diocesanos y a todos los de iniciativa social tan injustamente tratados, maltratados.
Y no olvidemos que este Colegio modélico no pertenece a la red de Colegios estatales, sino a la red de Colegios de iniciativa social, llamados inapropiadamente “concertados”, libres y creadores de espacio de libertad, bien común, y paz y concordia, que buena falta nos hacen, y educan la conciencia de lo bueno. Entérense Señores del Gobierno y no discriminen ni hagan enfadar al personal. Sean humildes y aprendan de este Colegio.
Es Colegio de los pobres y para los pobres, ¿éste y otros similares, los van a excluir del Plan de reconstrucción? ¿Y van a dormir tranquilos? ¿Dónde están? Cierto que en las antípodas de lo que debería ser la educación ahora. ¿David y Goliat, de nuevo? ¿Vence David en educación, y Goliat…? Por supuesto, no sólo imploro o ruego; exijo. ¡Enhorabuena a Jordi, el director, a Mamen, persona educadora-clave, y a Fernando, el actual Párroco! ¡ÁNIMO Y SEGUID ADELANTE! ¡SIN BAJAR LA GUARDIA!