Consensos, rechazo a la ‘Ley Celaá’ y recuerdo a las víctimas de covid: así ha sido el discurso de Omella
El presidente de la CEE ha hecho un repaso de los asuntos que más preocupan a la Iglesia y a la sociedad durante su intervención en el acto inaugural de la Asamblea Plenaria
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El cardenal Juan José Omella ha hecho un repaso de los asuntos que más preocupan a la Iglesia española y a la sociedad durante su intervención en el acto inaugural de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española.
Las peticiones de unidad a la clase política para hacer frente a la crisis económica y social que ha provocado la pandemia de la covid-19 han sido una constante en su discurso, así como reclamar un consenso global que emane en una sólida Ley de Educación o reivindicar el papel de la sociedad en general y de la Iglesia en particular durante estos meses dramáticos para España.
Mensaje de unidad a la clase política frente a la confrontación
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, ha instado a la clase política a cesar el enfrentamiento entre sus líderes ya que, a juicio del Arzobispo de Barcelona, “corremos el riesgo de dar pábulo a la desesperanza” de una sociedad castigada por la pandemia.
El presidente del organismo episcopal alerta que la desunión política nos puede llegar a “hundir nuestra autoestima colectiva y a dejarnos vencer por el pesimismo, hasta el punto de creer que somos incapaces de superar esta crisis y vernos como una sociedad sin futuro”.
“No es momento de divisiones, no es momento para dejar que los brotes populistas irresponsables e ideológicos traten de colarse. Es el momento de la cohesión, de la cordialidad, de trabajar unidos, de mirar a largo plazo liberándonos del cortoplacismo de las elecciones o de la bolsa”, ha remarcado.
Así las cosas, el presidente de la CEE ha abogado por “encontrar soluciones que ayuden a salir a flote a las familias que se están hundiendo, a los empresarios que no tienen más remedio que cerrar sus negocios. Por tanto, es conveniente evitar distracciones inútiles y polarizadoras que no conducen a la solución de la grave crisis que nos afecta”, ha reflexionado el Arzobispo.
Agradecimiento a la sociedad por sacar lo mejor de sí misma durante la pandemia
El presidente de la CEE ha tenido palabras de agradecimiento hacia la sociedad, ya que apunta ha dado lo mejor de sí misma: “La reacción contra la pandemia ha mostrado la grandeza del servicio y de la entrega, incluso de la propia vida, como han demostrado tantos profesionales esenciales, muchos de ellos católicos y miembros de la Iglesia. Agradecemos de corazón su entrega y servicio. También queremos agradecer la labor de sacerdotes, religiosos y laicos que han estado dando asistencia espiritual, en la manera que ha sido posible, a muchos enfermos y a familias en las peores circunstancias”.
El máximo representante del organismo episcopal ha remarcado también la labor de las instituciones de la Iglesia en estos meses difíciles: “La Iglesia ha cooperado y sigue cooperando con las instituciones públicas y privadas en todo lo que se nos ha solicitado y en lo que estaba en nuestras manos dar y hacer. Junto con muchas iniciativas vecinales, desde parroquias y centenares de redes del bien, hemos repartido miles de toneladas de alimentos. Hemos ayudado a muchas personas en situaciones de dependencia, soledad y angustia, a las que hemos acompañado en el trauma y en el duelo”.
Asimismo, el cardenal Omella ha agradecido la respuesta creativa y vital que se ha suscitado en forma de miles de iniciativas de celebración, plegaria, meditación o reflexión, promovidas desde parroquias, escuelas, universidades, comunidades laicales, redes digitales y los más variados espacios, después de que el confinamiento provocara que la actividad sacramental y espiritual se viese afectada.
“Las redes se han convertido en un gran instrumento para la celebración y transmisión de la fe. El teléfono ha sido una gran herramienta para la escucha y el acompañamiento espiritual. Las videoconferencias han sido el medio oportuno para poder mantener viva la llama de los diversos grupos de fe, de matrimonios, de revisión de vida o de formación. Los medios de comunicación y las revistas de la Iglesia han hecho un especial esfuerzo por comunicar en este tiempo”, ha precisado el cardenal Arzobispo de Barcelona.
Pacto educativo frente a la ‘Ley Celaá’
El Arzobispo de Barcelona ha reclamado, una vez más, un pacto educativo que abarque los campos de la vida social, cultural y educativa. Un campo, recuerda el cardenal, donde la Iglesia juega un papel relevante, ya que atiende a casi dos millones de familias, muchas de ellas sin poder adquisitivo y de las capas populares de la sociedad.
“A este servicio de educación reglada se une la acción social de una multitud de entidades de educación en el ocio y en el tiempo libre de inspiración cristiana que, fuera del horario escolar, trabajan para fomentar la equidad, la formación a menores vulnerables y el desarrollo humano e integral de cada persona. En el episodio de grave crisis social que atravesamos, sabemos que debemos intensificar nuestro compromiso educativo, especialmente allí donde más se sufre”, reflexiona el presidente de la CEE.
Por otro lado, el prelado ha lamentado “todos los obstáculos y trabas que se quieren imponer a la acción de las instituciones católicas concertadas”, y recuerda que no es momento de poner trabas, sino de “trabajar conjuntamente, de cooperar de forma eficaz y eficiente para ofrecer una educación adecuada a todos los niños, adolescentes y jóvenes de nuestro país, respetando en todo momento el derecho constitucional de los padres y madres a escoger libremente el centro y el modelo educativo para sus hijos”.
En este punto, el Arzobispo de Barcelona ha hecho suya la llamada del Papa Francisco el pasado 15 de octubre, cuando llamaba a todas las naciones e instituciones a participar en un Pacto Educativo Global que permita generar un cambio a nivel planetario que promueva una educación que sea creadora de fraternidad, paz y justicia.
Defensa de la vida frente a la eutanasia
Además, el cardenal Juan José Omella ha manifestado que “todas las personas merecen un trato humano y fraterno por parte del resto de la sociedad. Ante el sufrimiento que derriba a las personas, algunos proponen la eutanasia como solución. Nosotros, ante este grave dolor humano, apostamos por una cura integral de las personas que trabaje todas sus dimensiones: médica, espiritual, relacional y psicológica”.
“No dejaremos nunca de repetir que no hay enfermos incuidables aunque sean incurables” ha sentenciado el Arzobispo de Barcelona, quien añade que “la vacuna contra la tristeza, el dolor, la soledad y el vacío existencial de las personas enfermas no puede ser única y exclusivamente la eutanasia. Esta medida no sería ni la más justa, ni la más humana, ni la más fraterna”.
En este punto, D. Juan José Omella ha hecho referencia a técnicas y experiencias “que logran paliar el dolor, pacificar la agonía y evitar sufrimientos a las personas en el final de su vida. Las antiguas propuestas eutanásicas que aún siguen tratando de imponerse en este siglo XXI no siguen la lógica del cuidado al final de la vida, sino de la anticipación de la muerte fomentando el suicidio asistido”.
Para concluir, el cardenal ha defendido que “la sociedad debe promover una ética del cuidado y del reconocimiento personal, no legislaciones y lógicas superficiales e individualistas que extiendan la cultura de la muerte y fomenten el subjetivismo moral. La marginación y estigmatización de las personas con discapacidad, o que padecen enfermedades crónicas o de las personas dependientes, llevan a que algunos vean como legítimo que sea razonable que mueran anticipadamente. Eso multiplica la exclusión social, la minusvaloración y la denigración de quienes viven en esas condiciones. Hacemos una llamada a los legisladores y al conjunto de la sociedad a comprender que debemos ser mucho más hondos y respetuosos al pensar esas situaciones de sufrimiento humano”.