Coronel y cirujana: así es la monja a la que se rinde Estados Unidos

Deirdre Byrne ha sido, a sus cerca de 60 años, coronel y cirujana, antes de entrar como monja de las Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones

Coronel y cirujana: así es la monja a la que se rinde Estados Unidos | Georgetown Medicine Magazine

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Deirdre Byrne, o "Dede" como la llaman sus amigos, es una monja de en torno a 60 años a la que se rinde Estados Unidos. Luce su hábito de Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones y fue uno de los ciudadanos de EE.UU a los que el presidente Donald Trump reconoció el pasado 4 de julio, Día de la Independencia.

El de la vida consagrada es el último de los uniformes que ha lucido en su vida, y con el que mejor se siente. También, ha llevado durante muchos años el atuendo de camuflaje del ejército de Estados Unidos y el médico. De hecho, esta religiosa pertenece al Colegio Americano de Cirujanos, como cuenta Religión en Libertad. Sobre sus hombros, lleva también una experiencia de vida espectacular.

Dede fue andando hasta la Zona Cero en el 11-S para ayudar a los bomberos y a los heridos, ha estado en las misiones de Estados Unidos en Afganistán, durante 13 meses estuvo en la Península del Sinaí y, al acabar, se fue de voluntaria a Corea para ofrecer servicios médicos y de emergencia en este país. También, fue la encargada de atender a Santa Teresa de Calcuta - su heroína en el instituto - en 1997 durante su visita de cinco días a Estados Unidos.

Sor Byrne estuvo desde 1978 vinculada al ejército. Entonces, comenzó la carrera de médico-cirujano militar. Se dedicó a esta formación y servicio cerca de 30 años, alcanzando el rango de militar. "La vida militar fue muy dura, pero no me arrepiento de ni un minuto", resume en una entrevista para la Universidad de Georgetown.

La hermana Deirdre explica cómo conjuga ahora sus talentos al servicio de Dios. "Soy cirujana general y hago cirugía gratis para los pobres y los refugiados". Actualmente, lleva a cabo su misión en el Hospital de Sibley, en Columbia, Washington.

Después de semejante trayectoria, ¿cómo acaba una mujer, que ha estado de cirujana en destinos de operaciones militares en todo el mundo, como monja?

Con un pie en el convento y con otro en el Tío Sam

Ocurrió cerca del año 2002. Después de una vida tan intrépida, Dede sintió que Dios la llamaba a servir por otro camino. Después de un período de discernimiento vocacional, ingresó en Pequeñas Operarias de los Sagrados Corazones, una orden religiosa cuya vida se centra en la oración y la adoración eucarística y que también cuenta con profesoras y profesionales sanitarias como misioneras. Una vez dentro de la orden, profesó sus primeros votos en 2004.

Sin embargo, durante esos años, el ejército de Estados Unidos volvió a precisar de sus servicios. Esta vez, en Afganistán. "Tenía un pie en la vida religiosa y otro en el Tío Sam", cuenta a la Georgetown Medicine Magazine. Allí, continýua, "estuvimos a menos de 10 kilómetros de la frontera con Pakistán, por lo que podíamos escuchar los misiles". Ella estaba en el hospital en el que se atendía a los heridos. Lo más importante para ella, es que estuvieran protegidos de cualquier daño.

Finalmente, se retiró del ejército en 2009 y, dos años después, profesó sus votos perpetuos.

Además, sirvió en el ejército en Sudán y eso le exigió dos meses de servicio. Durante los dos o tres viajes que hacía en ultramar al año, acabó también en Haití, echando una mano tras el tsunami de 2010. De hecho, pertenece al equipo de aviación de operaciones especiales "Arcángeles", una organización humanitaria sin ánimo de lucro que reúne a enfermeras, doctores y pilotos para ayudar a mujeres y niños en lugares de extrema pobreza o donde hayan sucedido desastres naturales, injusticia social y opresión .

En su juventud, practicó toda clase de cirugías, pero hoy tiene otras responsabilidades, como la de abadesa del convento. Por eso, sus intervenciones en quirófano se reservan a los pacientes extremos, que requieren de operaciones en el tiroides, la vesícula biliar o por las hernias, entre otras.

Una monja que salva a los bebés de la píldora del día después

La Madre Teresa de Calcuta le dijo en una ocasión: "Mantén tus ojos en la Cruz". Sus dos claves en la vida han sido siempre hacer todo lo posible para estar en gracia y tratar de contagiar ese espíritu y esa forma de vida a los demás. Para ello, es fundamental para ella participar de los Sacramentos, especialmente de la Comunión y, si es posible, de la Adoración Eucarística.

"No se lo estoy diciendo porque las esté juzgando, se lo digo porque las quiero"

Uno de los retos que afronta en su día a día es la atención a mujeres en cuestiones de fertilidad. Sobre todo, los embarazos no deseados. En esos momentos, podría limitarse a tratar a esas mujeres. No obstante, también aprovecha para dar testimonio. "Cuando estoy en la clínica con un paciente que usa métodos anticonceptivos, intento hablar honestamente con esta persona acerca de la voluntad de Dios".

La hermana Deirdre intenta ser positiva en sus conversaciones con los pacientes. Pero suele recordar a la persona, antes de la cirugía o de la anestesia, que existe también la posibilidad de encontrarse con Dios. "Tienes que reconsiderar tu vida y esos hábitos", les advierte, entre otras cosas. Sus pacientes, no se suelen mostrar ofendidas por estas palabras."No se lo estoy diciendo porque las esté juzgando, se lo digo porque las quiero", subraya.

"Cristo está encantado con el intento de salvar al niño"

Otra área en la que la hermana Deirdre ha disfrutado de éxito en el hospital ha sido en la inversión del aborto. Ella ayuda a las mujeres que han tomado la píldora abortiva, pero que se arrepienten de esa acción.

Si vienen 72 horas después de tomar la píldora, ella puede actuar para invertir la acción del medicamento y salvar la vida del niño. La monja cuenta que posee una máquina de ultrasonidos en el convento y, usando toda la tecnología médica disponible, es capaz de salvar al 50% de los bebés de las madres que vienen a la clínica en busca de ayuda.

Para confortar a las embarazadas, les asegura que, independientemente del resultado, van a intentar salvar la vida de su hijo y que Jesús está encantado con lo que ellas están haciendo."No importa lo que pase, si tu hijo muere o sobrevive, Cristo está encantado con el intento de salvar al niño", les dice.