La defensa de la vida frente a la eutanasia que ha hecho Omella: “Ni la medida más justa ni la más humana”
El presidente de la CEE ha reclamado a las administraciones tomar medidas que eviten el cribado de enfermos como sucedió en la primera ola de la pandemia
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La dramática situación que han vivido miles de ancianos durante la crisis de la covid-19 ha sido uno de los asuntos que ha abordado el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, durante su intervención inaugural de la Asamblea Plenaria que se celebra desde este lunes y hasta el viernes.
Tomar medidas que eviten nuevos cribados de enfermos
El Arzobispo de Barcelona ha lamentado que el colapso vivido en las urgencias, especialmente durante la primera ola de la pandemia, haya obligado a hacer cribados de enfermos por razón de edad, grado de discapacidad o dependencia. Un hecho que, para el cardenal, no se puede volver a repetir: “Es imprescindible tomar las medidas necesarias para que esta situación no se vuelva a repetir. Han sido también muy dolorosas las consecuencias de la pandemia en las residencias de ancianos y discapacitados, deberíamos hacer todo lo posible para que esta situación no se vuelva a dar”, ha manifestado.
Medidas que, para el presidente del organismo episcopal, también debe adoptarse para evitar “la soledad y el aislamiento” de estos colectivos más vulnerables: “Hacemos un llamamiento a nuestras autoridades a tener muy presentes las necesidades humanas, relacionales y espirituales de nuestros mayores en el caso de futuros confinamientos”.
El cardenal Juan José Omella ha añadido que en caso de nuevos confinamientos en nuestros hogares “será muy necesario que esta medida tenga muy en cuenta también la situación personal de muchas familias que habitan en viviendas muy pequeñas o en pequeñas habitaciones. Será necesario que las autoridades tengan muy presente su situación de particular vulnerabilidad para adoptar medidas excepcionales que tengan especialmente en cuenta a dichos hermanos y hermanas”.
El presidente de la CEE considera que la covid-19 y sus efectos “nos está empujando a recuperar el valor de la vida y, de una manera particular, la de nuestros mayores y la de las personas que viven con más soledad y aislamiento. Hemos tomado conciencia de la importancia de cultivar sus relaciones humanas y familiares para proteger su salud y sus ganas de vivir”.
Los cuidados paliativos frente a la eutanasia
Además, ha manifestado que “todas las personas merecen un trato humano y fraterno por parte del resto de la sociedad. Ante el sufrimiento que derriba a las personas, algunos proponen la eutanasia como solución. Nosotros, ante este grave dolor humano, apostamos por una cura integral de las personas que trabaje todas sus dimensiones: médica, espiritual, relacional y psicológica”.
“No dejaremos nunca de repetir que no hay enfermos incuidables aunque sean incurables” ha sentenciado el Arzobispo de Barcelona, quien añade que “la vacuna contra la tristeza, el dolor, la soledad y el vacío existencial de las personas enfermas no puede ser única y exclusivamente la eutanasia. Esta medida no sería ni la más justa, ni la más humana, ni la más fraterna”.
En este punto, D. Juan José Omella ha hecho referencia a técnicas y experiencias “que logran paliar el dolor, pacificar la agonía y evitar sufrimientos a las personas en el final de su vida. Las antiguas propuestas eutanásicas que aún siguen tratando de imponerse en este siglo XXI no siguen la lógica del cuidado al final de la vida, sino de la anticipación de la muerte fomentando el suicidio asistido”.
Para concluir, el cardenal ha defendido que “la sociedad debe promover una ética del cuidado y del reconocimiento personal, no legislaciones y lógicas superficiales e individualistas que extiendan la cultura de la muerte y fomenten el subjetivismo moral. La marginación y estigmatización de las personas con discapacidad, o que padecen enfermedades crónicas o de las personas dependientes, llevan a que algunos vean como legítimo que sea razonable que mueran anticipadamente. Eso multiplica la exclusión social, la minusvaloración y la denigración de quienes viven en esas condiciones. Hacemos una llamada a los legisladores y al conjunto de la sociedad a comprender que debemos ser mucho más hondos y respetuosos al pensar esas situaciones de sufrimiento humano”.