La historia del alcalde que viajó a la Rusia comunista a evangelizar en el Kremlin
El alcalde de Florencia, Giorgio La Pira, dio un dircurso sobre Dios en la Rusia comunista y soviética
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El alcalde de Florencia, en plena Guerra Fría, viajó hasta Moscú y proclamó abiertamente su condición de creyente. Hace ahora 60 años, un político italiano cruzaba el telón de acero y aterrizaba en la Unión Soviética... la Rusia comunista. Lo hacía para dar un discurso ante el Sóviet Supremo, el órgano legislativo más importante de la Unión de Repúblicas.
Tal y como recuerda nuestro compañero Antonio Rubio Pló en Alfa y Omega, el entonces alcalde de Florencia, Giorgio La Pira, viajó al Moscú de Kruschev, el propagandista de la coexistencia pacífica, para pronunciar un discurso en favor de la paz, pero en el que lanzó un mensaje que los dirigentes soviéticos no estaban acostumbrados a escuchar: proclamó abiertamente su condición de creyente.
En su discurso, recordó a los jerarcas soviéticos que la paz debe ser construida en todos los niveles de la realidad humana: el económico, el social, el político, el cultural... pero también el religioso. Es la única forma, decía, de que el puente de paz entre Oriente y Occidente sea inquebrantable.
La vida de Giogio La Pira
Obsesionado con la paz, el viaje a Moscú era otro sello en el pasaporte de este peregrino de la paz. China, Vietnam, Israel, Líbano o Chile son otros de los destinos que La Pira visitó durante sus años como alcalde de Florencia. En la ciudad italiana, además, organizó cinco Conferencias por la Paz y la Civilización Cristiana.
La Pira, que entonces tenía 55 años, era profundamente católico. Había profesado en la Tercera Orden de Santo Domingo, la rama laica de los dominicos, con el nombre de Fray Raimundo. No era extraño verlo en público caminar descalzo, ya que había donado sus zapatos y su ropa a los pobres. La Pira nunca se casó y vivía en una celda despojada y sin calefacción dentro de la basílica de San Marco de Florencia.
Conoció al cardenal Angelo Roncalli, futuro Papa san Juan XXIII, quien en su diario expuso que llego a estimar y venerar a La Pira, y le apoyó en la convocatoria del Concilio Vaticano II. También fue muy amigo Giovanni Battista Montini, futuro san Pablo VI, cuando era un sólo un sacerdote al servicio de la Curia Romana.
La de La Pira es la historia de un apóstol de la paz al servicio de Cristo.