Historias que ponen rostro a la impagable labor de la Iglesia con los colectivos más vulnerables

Si hay dos calificativos que definen la actividad de la Iglesia son caridad y solidaridad, ta y como refleja la Memoria de Actividades

Historias que ponen rostro a la impagable labor de la Iglesia con los colectivos más vulnerables

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Si hay dos calificativos que pueden definir a la perfección la actividad de la Iglesia son caridad y solidaridad. Así lo refleja la Memoria de Actividades de la Iglesia que se ha presentado este viernes.

La Iglesia está con los que más lo necesitan: ancianos, mayores, enfermos, presos, olvidados víctimas de las adicciones, mujeres en situación difícil... Son más de cuatro millones de personas las que en el año 2018 se acercaron a alguno de los 9.000 centros que la Iglesia tiene para acogerlas, acompañarlas y prestarles ayuda. Son el rostro más visible de la Iglesia.

Prueba de ello es el centro de Empleo con el que cuenta Cáritas en el barrio sevillano de Palmete, en una de las zonas más conflictivas de la capital hispalense. Allí trabaja junto a personas que han perdido el empleo Mónica Salido: “Nuestro centro está lleno de vida. En un día normal pueden llegar a estar unas cien personas, cada uno realizando su propia actividad”.

Salido ha explicado que la prioridad es el contacto personal y lograr el acceso al mercado laboral de quienes solicitan ayuda: “Al año llegamos a atender a unas 600 personas, según la memoria del año pasado. Pero yo sostengo que esa cifra no es cierta, porque cuando alguien está en desempleo no solo te afecta a ti, sino a toda tu familia, y si consigues un empleo el beneficio es para todos ellos. Se atiende a mucha más gente”, apunta Mónica Salido.

La responsable de Empleo de Cáritas en Sevilla, ha explicado también que en el centro se dedican a la formación, la orientación laboral o las relaciones con las empresas para buscar oportunidades de estos parados, siempre en coordinación con las Cáritas parroquiales, al ser los que reciben por primera vez a los desempleados.

“Yo recuerdo la historia de Pedro, que fue dependiente de una floristería. Tras la crisis de 2008, tuvo que cerrar y se quedó en paro. Tenía más de 45 años. Estuvo veinte años trabajando y de repente se quedó sin trabajo, y a su edad no era fácil reengancharse al mercado. Por lo que en este proceso de búsqueda estamos nosotros para buscar formación, contactos, asesoramiento... Damos esperanza”.

En cuanto al perfil de las personas que solicitan ayuda a Cáritas, Mónica Salido afirma que no existe, porque los hay de diferentes tipos, pero a todos les une su dificultad por acceder al mercado de trabajo: “Tienen que tirar de sus ahorros, pedir ayuda a los amigos... pero conforme pasan los meses todo eso se acaba. Para eso estamos aquí, para erradicar la pobreza. Mi esperanza es que cualquier persona que busque un trabajo lo consiga y ganando un salario digno para mantenerse él mismo y a su familia”.

"Elita se quedó en la calle por negarse a abortar"

Desde la parroquia de San Ramón Nonato de Vallecas se celebra, como en los 23.000 templos existentes en España, la vida cristiana a través de los sacramentos, que lleva consigo una preparación a través de las catequesis, las charlas, convivencias.... Entre ellos se encuentra el párroco de esta iglesia, el sacerdote José Manuel Horcajo, quien ha relatado que en su parroquia cuentan con unos veinte grupos de oración y formación, que componen unas 800 personas.

“Son grupos animados por responsables que han tenido un proceso de conversión y animan a la gente a la fe”, afirma el cura, que ha añadido que en esta tarea le ayudan unas cincuenta personas. En este sentido, ha relatado el trabajo que desempeña Elita, una joven que fue madre pese a todas las trabas que le puso su pareja.

“Se quedó embarazada y tuvo que venir a estos lugares de acogida porque su novio le amenazó con echarla a la calle si no abortaba. Ella no quiso, y con siete meses de embarazo se quedaba sin hogar. El bebé nació aquí, y ella tuvo un proceso de conversión de manera que cuando encontró un trabajo decidió vivir al lado de la parroquia para ayudar a estos grupos. Ha creado incluso un grupo de madres solteras para ayudar a las mujeres que están pasando por esta misma situación”.

Tras tres meses de confinamiento y de luchar contra la pandemia, donde miles de familias han lamentado la muerte de un ser querido, el padre José Manuel Horcajo percibe a sus feligreses un poco apagados. Por ello, ha decidido poner como remedio unos cincuenta retiros espirituales de un solo día de duración para que la gente tenga un encuentro con Dios en pequeños grupos: “Suele ser gente pobre, que vienen al comedor (unas 2.000 personas). Recuerdo que una de ellas vino a uno de estos retiros y me decía que el encuentro con Cristo era lo que realmente necesitaba. Más que los kilos de comidas. El encuentro con Dios es necesario”, reflexiona el sacerdote.

"Ayudamos a los estudiantes que pasan por dificultades económicas"

La Iglesia está muy presente en uno de los grandes retos sociales, como es la tarea educativa. En España, más de 100.000 catequistas atienen a la formación de un millón de niños y jóvenes que acuden a las parroquias y a los centros. En las escuelas, más de tres millones de alumnos eligen la asignatura de Religión.

Unas cifras que nos revela la importante presencia de la Iglesia en este campo. Nuestro país cuenta con un total de 2.586 centros educativos católicos, donde se forman más de 1,5 millones de alumnos al año, y con tendencia al crecimiento, ya que cada vez son más padres los que apuestan por este modelo educativo, basado en la calidad y en la transmisión de unos valores sólidos para construir una sociedad mejor, como es el cuidado del otro, a los más necesitados, a la familia...

Uno de estos centros es el Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Desamparados de Valencia, en el barrio de Nazaret. Su director, Nacho Grande, ha precisado que se trata de una zona de la periferia con una realidad social y económica muy diversa: “Trabajamos dando una atención especializada al alumnado. Tenemos estudiantes de hasta 23 nacionalidades y, lo que podría parecer un obstáculo, lo convertimos en oportunidad para educar de una manera integral”.

Grande ha explicado que el centro abre cada mañana a las ocho, para así ofrecer el desayuno a aquellos alumnos cuyas familias están pasando por dificultades económicas. Pero la actividad del colegio no concluye a las cinco de la tarde, con el fin de las clases: “Cerramos a las diez de la noche, porque durante toda la tarde los voluntarios vienen para promover actividades de refuerzo, deportivas, jornadas de convivencia, repartir meriendas... Es decir, hemos hecho del colegio un hogar para los estudiantes”, subraya el director.

La relación entre el profesorado y las familias del Colegio Diocesano Nuestra Señora de los Desamparados es muy fluida: “Es un centro que desde su ideario, es una gran comunidad educativa que trabaja en todos los ámbitos”.

Son solo tres ejemplos que ponen rostro a la labor asistencial de la Iglesia en España. Pero hay miles de ejemplos más, como el centro de orientación familiar de la Diócesis de Ávila, dedicada a atender a las familias en conflicto; la labor de los capellanes en los hospitales en tiempos tan duros como el de la pandemia; la asistencia de la parroquia Nuestra Señora del Pilar de Echavacoiz (Pamplona) a las personas de etnia gitana o los más de 25 años que lleva Gabriel Delgado como director del secretariado de migraciones de Cádiz y Ceuta para acoger a los migrantes y tratando de poner en marcha los cuatro verbos que promueve el Papa Francisco: acoger, proteger, promover e integrar.