Juan María Coca: el sacerdote que se jugó la vida por la patrona de su pueblo antes de ser fusilado

El sacerdote, que será beato el 18 de noviembre, impidió que la patrona de la localidad sevillana de Lora del Río fuese destruida por los asaltantes. Luego sería fusilado en 1936

Juan María Coca: el sacerdote que se jugó la vida por la patrona de su pueblo antes de ser fusilado

José Melero Campos

Publicado el - Actualizado

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Interponerse entre una imagen sagrada y unos asaltantes que pretenden profanarla y destruirla. Es lo que hizo el sacerdote Juan Maria Coca Saavedra el 12 de mayo de 1931, cuando los ataques a edificios y figuras religiosas se convirtieron en la tónica general en aquella España, coincidente con el cambio de régimen, de la Monarquía a la Segunda República.

Un lustro más tarde, Juan María Coca sería ejecutado por el simple hecho de ser presbítero. Coca Saavedra es uno de los veinte sacerdotes que serán beatificados el próximo 18 de noviembre en la Catedral de Sevilla, mártires todos ellos por el odio a la fe de aquellos días.

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De familia económicamente holgada y con vocación cristiana

Juan María Coca nació en la localidad hispalense de Mairena del Alcor en la Nochebuena de 1884, siendo bautizado al día siguiente. Fue hijo del matrimonio integrado por Fernando Coca y Ángeles Saavedra.

Su familia tenía una posición holgada, tal y como se especifica en el libro 'Mártires de la persecución religiosa en la archidiócesis de Sevilla', editada por José-Leonardo Ruiz Sánchez donde se da a conocer la historia de los veinte beatos.

El padre de Juan María Coca era médico y profesor de Medicina y Cirugía en Mairena del Alcor. Luego trasladaría su 'consulta' Carmona y finalmente en Alcolea del Río. Pero los años de infancia Juan María Coca los pasó en su Mairena del Alcor natal, junto a sus tías maternas Felipa y Oliva. Puntualmente visitaba a sus padres.

Con 18 años, el futuro sacerdote solicita su ingreso en el Seminario de Sevilla como alumno interno. En su expediente se reflejaba que Juan María aducía para entrar

Tras superar el examen de ingreso, fue admitido.

No fue un alumno brillante, pero sacó adelante sus estudios teológicos en 1909. Su conducta fue intachable, “armonizada con su vocación al estado sacerdotal”, se recoge en los textos.

Lora del Río, el municipio al que estuvo ligado como sacerdote

Solo consta una nota desfavorable en su comportamiento en mayo de 1910, al superar el número de faltas permitidas durante la ampliación de sus estudios de Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Sevilla, pero a esas alturas ya había recibido el presbiterado.

Una vez fue ordenado sacerdote en 1909, Juan María Coca Saavedra recibió su primer encargo parroquial un año más tarde como coadjutor en la parroquia Nuestra Señora de la Asunción en Lora del Río, municipio al que estaría vinculado hasta su muerte en 1936, con la excepción del verano de 1911, cuando fue trasladado también como adjutor en Alcalá dde Guadaira.

La condición de coadjutor hace que su documentación sea escasa. La actividad en la que puso más empeño fue en la dirección de las Escuelas del Ave María, puesta en marcha en 1917, aunque se transformó en fundación en 1923. Junto a las subvenciones municipales y estatales que recibía, se educó a unos 250 niños. La labor de estas escuelas católicas se complementaba en Lora del Río con la realizada por las HH Mercedarias de la Caridad con su colegio para niñas.

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Con la llegada de la República todo se complica, ya que las autoridades públicas retiran la subvención a estos centros católicos: concretamente las 2.000 pesetas que anualmente aportaba el Ayuntamiento de Lora del Río y las 4.000 que recibía del Estado.

Tal fue la situación que, en 1933, Juan María Coca elevó a la Junta Parroquial una memoria exponiendo las dificultades por las que atravesaban los centros. Incluso el propio sacerdote aportó de su bolsillo para solventar alguna situación económica grave.

Devoto de la patrona de Lora, se jugó la vida por defenderla

Juan María era una persona muy popular y querida entre los loreños. Generaba simpatías a su alrededor. Entre sus devociones se encontraba el Señor del Gran Poder de Sevilla, de cuya cofradía era hermano. También era muy mariano, perteneciendo a la hermandad de Nuestra Señora de Setefilla, patrona de Lora del Río, y de la que ocupó la secretaría entre 1924 y 1927.

Un mes después de la proclamación de la Segunda República, el 12 de mayo de 1931, fueron asaltados distintos edificios religiosos de Lora del Río y se quiso atentar contra su parroquia, donde estaba la imagen de la patrona. Juan María se interpuso entre la imagen y los asaltantes impidiendo que la profanaran y destruyeran.

El suceso tuvo amplio eco en la prensa del momento, como quedaba recogida en la biografía de Francisco de Asís Arias Riva, párroco titular de la parroquia de la localidad sevillana: “El párroco sufrió un síncope al ver profanado el templo. Y cuando iban a profanar la imagen de la patrona del pueblo, Nuestra Señora de Setefilla, el coadjutor, don Juan María Coca, se puso delante y les dijo que lo mataran a él antes que hacer ningún daño a la venerada imagen. Los asaltantes, impresionados por esta actitud, cejaron en su empeño. Luego fueron a la ermita de Nuestro Padre Jesús, causando destrozos y quemando una imagen preciosa de Jesús, que se dice era de un discípulo de Montañes”, cuentan.

Juan María Coca, mártir de la Guerra Civil

Cuando estalla la Guerra Civil Española, entre el 18 de julio y el 1 de agosto fueron ejecutadas 92 personas, entre ellos el párroco titular y el coadjutor de Lora del Río. Tras días de detención, maniatado y moribundo, prácticamente muerto, Juan María Coca Saavedra fue conducido a las tapias del cementerio para ser fusilado por su única condición de sacerdote. Tenía tan solo 51 años.