El "otro Chávez": El fraile que cuida de los ancianos abandonados en Venezuela

El religioso cuenta en La Linterna cómo cuida a los ancianos abandonados y enfermos psiquiátricos en el contexto de la crisis de Venezuela

Pablo Valentín-Gamazo

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Las imágenes de 167 días de bloqueo en Venezuela y años de dictadura chavista son sobrecogedoras. Hambre, cortes de luz que duran días, personas tratando de escapar de esa realidad o falta de medicamentos son realidades que componen el cuadro de este país. Sin embargo, también hay lugar para la esperanza, y es gracias a "Chávez", pero al "otro Chávez". Se trata Alberto Chávez, un fraile franciscano de la cruz blanca. El religioso cuida a los enfermos y a los ancianos, en un pequeño hospital sin fines de lucro en Mérida, Venezuela, en la frontera con Colombia.

Este pequeño centro de esperanza consta de una unidad especial para el internamiento de corta estancia de pacientes con problemas psiquiátricos y una pequeña residencia geriátrica, con 26 pacientes.Muchos de estos ancianos son abandonados a las puertas del hospital por sus propios familiares, que no pueden llevarlos consigo en su huida del régimen de Maduro. Allí, Chávez le ha contado a Ángel Expósito en La Linterna de COPE cómo les cuidan: con dos cosas de las que también hay carestía en Venezuela, según el fraile.

"Dándoles mucho cariño y dignidad, que muchas veces, en este país, se ha perdido", afirma. Esta caridad se complementa con otras necesidades no mucho más fáciles de ofrecer: la comida y los medicamentos. Chávez reconoce que "la comida es un bien muy caro". Según sus cálculos, "al mes se cobra unos diez euros, unos 64.000 bolívares, y una caja de huevos le cuesta 24.000 bolívares". Por esa razón, otro hermano que está con él en el centro sanitario se pasa por los pueblos para recoger alimentos que la gente puede donar.

En el caso delos fármacos, "algunos tenemos que irlos a buscar a Cúcuta o encontrarlos aquí por precios desorbitados, un precio de tres veces un sueldo", asegura. En el caso de los enfermos con problemas mentales, "es casi imposible" encontrar los psicotrópicos que precisan. Si los hay, cuestan hasta cuatro veces el sueldo.

El día a día es una incertidumbre. Quizá no haya luz, o agua, o un paciente va a empeorar su estado y hay que trasladarlo. "Te levantas sin saber si van a poderte llevar a los pacientes, si va a haber luz, si un paciente se pone peor, la ambulancia tarda siete horas en llegar". Otro ejemplo, repostar gasolina puede llevar más que horas. "Tenemos que estar tres días en la parada de la gasolinera para poder repostar", recuerda el religioso.

El Hospital de San Juan de Dios de Mérida, Venezuela, es un hospital privado sin fines de lucro. Dispone de unos precios mínimos. La consulta básica son, al cambio, tres euros. Este centro de la Iglesia también dispensa gratis las medicinas a los pacientes que vienen derivados de otros hospitales. A pesar de estas condiciones, Chávez reivindica que Venezuela es "un país de esperanza", que él "no tiene miedo", aunque sí toma muchas precauciones.

La supervivencia de esta labor se sostiene gracias, en parte, a las donaciones que este hospital recibe desde España. Concretamente, desde el pueblo del fraile, Llerena, en Badajoz, España y desde Arahal, Sevilla. Otra de las formas de colaborar es donar y hacerse socio, y ayudar a que, por ejemplo, puedan conseguir un desfibrilador portátil.