La respuesta de una adolescente a la que acusaban de 'fascista' y que la convirtió en todo un símbolo
La joven perdió la vida a los quince años durante una jornada electoral vivida en Italia
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
María Letizia Galeazzo nació en Italia en 1961, aunque sus amigos la conocían como Cilla. Su padre era médico y vivían en la montaña de Montemagno (Pisa). Era una niña alegre.
Su padre les compra a ella y a su hermano Cico unos caballos para aprender a montar. Los campesinos, vecinos de la familia, empiezan a murmurar de ella entre dientes "hija de burgueses..." En secundaria, Cilla se traslada a una escuela en Asti. Allí el aire está enrarecido por las continuas discusiones políticas. Los jóvenes adolescentes rechazan todas las leyes e imponen las suyas propias con eufemismos: "indiferencia" "conformismo de izquierdas", etc..
En el tercer curso, quince alumnos se declaran abiertamente comunistas. Los demás guardan silencio. Cilla se levanta despacio y declara delante de todos: "Yo soy cristiana". En las asambleas las discusiones acaloradas se suceden. La pre-adolescente mantiene la cabeza alta pese a las dudas. En su diario anotaba: "Aún no poseo la religión con firmeza. Pero me muero de ganas de disipar todas mis dudas".
Cilla empieza a descubrir el silencio y la contemplación gracias a la lectura de los poemas de Pascoli. En 1975 ingresa en el instituto. Forjó un carácter fuerte. Cuando se convocaban las huelgas desde los colectivos estudiantiles, el miedo se apodera de muchos. Los piquetes se forman en las aulas para impedir que comiencen las clases. Ella, sin embargo, se las arregla para pasar, plantando cara a los comunistas haciendo alusión a sus derechos: "¿Hay libertad? ¿La hay o no la hay para todos?"
Su carácter fuerte y decidido le proporcionó muchos admiradores. Por contra, muchos de sus detractores la calificaban de "fascista”. Algunos amigos de la escuela, inscritos en el movimiento de Comunión y Liberación, le invitan a rezar con ellos. Cilla reza en los pasillos, diez minutos antes de clase. "Es la primera vez que rezo así. Creo que perdí una de las cosas más importantes de la vida”.
Empieza a asistir a la comunidad de Turín, donde su espiritualidad se desborda. Experimenta una alegría tan grande que quiere compartirla con su familia. Mes tras mes acude a las reuniones de Comunión y Liberación. Mientras tanto, el ambiente en la escuela es cada vez más irrespirable. Celli siente que tiene que hacer algo. Su oportunidad llegó en diciembre de 1975, con las elecciones escolares. Sólo tres chicas forman la lista de estudiantes católicos. Los resultados no fueron los esperados. 22 votos frente a los 154 de la lista rival. Tras los comicios, lejos de rendirse, siguió adelante.
En 1976, Italia celebró elecciones generales. El comunismo y el marxismo tenían las de ganar. Los jóvenes católicos y marxistas se dedicaban en las horas previas y durante la jornada electoral a la colocación de carteles en Asti.
En un momento dado, comienzan a insultarse entre ambos grupos. Cilla estaba en el fango, luchando por sus ideales. En un momento dado, el tiempo empeoró. Había tormenta. Cilla aguarda junto a su hermano en un coche a la espera de que escampe cantando 'Adiós con el corazon'. De repente un camión sale de la lluvia a gran velocidad, que atropelló a Cilla. El capellán Don Luigi Prato se apresura a la sala de emergencias, donde solo puede ver el cuerpo sin vida de Cilla. Durante el funeral, asistieron los jóvenes de ideología comunista con quienes había discutado horas antes. Tenía solo 15 años. Actualmente es sierva de Dios.